La familia de José María Egaña declara que está "dispuesta a todo" para salvar al industrial
El secuestro de José María Egaña no se produjo en el interior de un aparcamiento subterráneo, sino en plena calle, en una zona céntrica de San Sebastián y a una hora de intensa actividad ciudadana, según se desprende de las manifestaciones efectuadas por José Egaña, un hijo del industrial. Este portavoz señaló que es prematuro hablar de negociación o de eventuales movilizaciones, pero que la familia "está dispuesta a todo" con tal de salvarle la vida.
José Egaña indicó ayer a este periódico que el Seat Ritmo, gris metalizado, que su padre utilizaba para sus desplazamientos a la factoría Krafft, en Andoáin, se encontraba a primera hora de la mañana del lunes aparcado en una de las calles colaterales a la plaza del Buen Pastor, muy cerca del domicilio de la familia y a un centenar de metros del edificio de correos, que se encuentra custodiado permanentemente por fuerzas de la Guardia Civil. "Me consta que el coche estaba aparcado allí", señaló José Egaña, "porque precisamente mi padre me lo indicó así el domingo por la noche"'.El secuestro, del que no parecen existir testigos, debió producirse en el momento en el que el presidente del Consejo de Administración de Krafft, SA, se disponía a introducirse en su coche. José María Egaña, de 61 años, padre de seis hijos, salió de casa vestido con un traje gris o azul y una gabardina de este último color. Probablemente, el comando de ETA Militar que llevó a cabo la acción le obligó a dirigirse a Lasarte, donde el vehículo apareció abandonado y con la llave de contacto puesta. Los policías que han inspeccionado el Seat Ritmo, matrícula SS9474-P, no han encontrado signo alguno de violencia.
José Egaña subrayó ayer que su padre padece desde hace un año una pericarditis que le obliga a medicarse en los momentos en que se resiente de esta dolencia. "No necesita medicarse a diario, pero, subrayó, "conviene que los secuestradores conozcan este dato". Definió a su padre como un hombre muy callado, tranquilo, hogareño, dedicado por entero a su trabajo y a su familia y sin más aficiones que el bricolage y la construcción de maquetas de barcos. "Quiero decirle desde aquí", manifestó emocionado José Egaña, "que esté tranquilo, que también nosotros procuraremos estar serenos y haremos todo lo posible para que haya un buen desenlace".
Agregó que su padre no había sido amenazado anteriormente por ETA ni chantajeado con el pago del denominado impuesto revolucionario. "Mi padre", añadió, nunca ha mostrado simpatías políticas hacia ningún grupo determinado. Votaba regularmente, eso sí, pero ni yo mismo sé cuáles eran sus preferencias políticas".
El hijo del secuestrado negó que la familia Egaña tenga constancia de la veracidad de la reivindicación de ETA Militar. "A casa no ha llamado, nadie con esa información", precisó; "nos empezamos a preocupar el lunes por la noche, al ver que no regresaba para la cena. Pensamos en un accidente, pero luego, cuando descartamos también esta posibilidad, presentamos la denuncia. El martes fue un día terrible, de sobresaltos continuos", añade el hijo del secuestrado, "pero ahora vamos tranquilizándonos poco a poco, aunque mi madre continúa hecha trizas".
El lendakari José Antonio Ardanza exigió ayer la inmediata liberación de José María Egaña, tras afirmar que el secuestro supone una tortura para la familia. El comité de empresa de Krafft, SA, dio a conocer un acuerdo en el que, tras señalar que no existe conflictividad laboral alguna en la empresa, se afirma que el secuestro perjudica a los trabajadores y se exige la puesta en libertad de José María Egaña.
El industrial secuestrado es ampliamente conocido en San Sebastián. Estudió en el colegio donostiarra de los jesuitas y se licenció en Estados Unidos en publicidad, mercadotecnia y derecho. Uno de sus tres hermanos, Patxi Egaña, fue provincial de los jesuitas de Loyola hasta 1979, en que pasó a ocupar un alto cargo de la compañía en el Vaticano.
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