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Carlos Solchaga pide que la CE respete el equilibrio presupuestario de España y Portugal

Andrés Ortega

Carlos Solchaga, ministro de Economía y Hacienda, pidió ayer a sus homólogos de los doce que se adopten medidas específicas para respetar en 1987 el espíritu de equilibrio presupuestario de España y Portugal frente a la Comunidad Europea (CE). España solicitó que los compromisos contraídos por la CE en el pasado -el peso del pasado, en la jerga comunitaria-no reduzcan los fondos disponibles, regional y social, para la política estrutural.

La República Federal de Alemania insistió en la necesidad de respetar la "disciplina presupuestaria", según la cual los gastos agrícolas de la CE no deben aumentar más rápidamente que sus ingresos, y el aumento de los demás gastos está también sometido a un límite. Rechazó aumentar los recursos propios de la CE en 1987 y criticó propuestas "irreales" de la Comisión Europea, como la de un programa tecnológico para los próximos cuatro años de 10.000 millones de ECU (unidad europea de cuenta, 1,36 billones de pesetas).Una línea similar apoyaron Holanda y el Reino Unido. Los países menos ricos de la CE callaron. Y Francia pidió que en circunstancias excepcionales se puedan rebasar los límites de gastos fijados.

En una reunión paralela, los ministros de Asuntos Exteriores apoyaron la postura de la Comisión Europea de negociar con Estados Unidos en el seno del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) y desde una visión global, los efectos de la adhesión de España, y Portuga a la CE. Estados Unidos está principalmente preocupado por sus exportaciones de maíz y sorgo hacia España y de semillas hacia Portugal.

Los ministros de Asuntos Exteriores adoptaron una postura de dureza hacia Japón pidiendo aperturas concretas del mercado japonés a los productos y servicios europeos -con un control estricto de la evolución positiva- antes de mayores concesiones por parte de la CE hacia Japón.

Los ministros de Economía y Finanzas no lograron aún (se espera que lo logren el 5 de abril) fijar las líneas de negociación en el seno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) para las nuevas reglas de los créditos a la exportación. La decisión quedó frenada por España, que adoptó una postura intermedia entre la RFA y Holanda y, por otra parte, los otros nueve. La discusión versó sobre el tipo de interés actualizado, y sobre los mínimos de ayuda contados en los créditos. España deseaba aumentar estos mínimos para hacer más difícil la competencia desleal -subvención encubierta- que comportan estos créditos que resultarían más onerosos para el que los otorga, y diferenciar según la riqueza de los países receptores. España quiere lograr una situación en la que pudiera acceder con más facilidad a los créditos hacia America Latina.

En el debate de los titulares de Finanzas sobre la deuda externa del Tercer Mundo, el comisario encargado de las relaciones Norte-Sur propuso que parte los ahorros -unos 60.000 millones de dólares- que supone para los países industriales la caída en los precios del petróleo sea utilizado para evitar una "catastrofe" en los países en vías de desarrollo exportadores de petróleo.

Críticas alemanas

Esta idea, que tuvo una buena acogida, fue sin embargo objeto de cierta crítica por parte de la RFA y del Reino Unido, que no desearían se tradujese en la creación de un nuevo instrumento de crédito petrolífero en el Fondo Monetario Internacional.Según Cheysson, si el precio del petróleo se estabiliza en 15 o 20 dólares el barril, la situación es manejable. Pero si el precio cae aún más, se salta en lo desconocido y con problemas de gestión monetaria; además con el problema suplementario del superávit comercial alemán y japonés. Los ministros apoyaron el plan Baker sobre la deuda y mostraron preocupación por las tensiones aparecidas en el grupo de Cartagena, que reúne a los 11 países más endeudados de América Latina.

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