El tenderete
El tenderete es la flor revuelta y pútrida, popular y fascinante, de las grandes ciudades. París, Roma, Londres, Ibiza y por ahí, tienen tenderetes. Ahora, se ha registrado en nuestro Ayuntamiento una impugnación del tenderete u "ordenanza de venta en vía pública", por la Cámara de Comercio, que es el gran tenderete con tapices de los que sí pueden comerciar. Querido Adrián Piera, por la amistad que nos tenemos, te ruego reconsideres lo del tenderete. Se argumenta que el tenderete no es un remedio contra el paro. Pues claro que no. El tenderete africano está enfermo, África y Asia son sólo la industria euromora del tenderete, pero el tenderete europeo, el costado febril y fabril de los grandes almacenes o las suntuosas joyerías, como peceras inmensas de las joyas, es el festoneado de libertad y mercado libre (ese "libremercado" de que la derecha está tan orgullosa), que ilustra las orillas del Sena y las calles peatonales, casi provincianas, del tiernomadrid. Ni el tenderete afecta al gran comercio ni, engaña a nadie, salvo al autonómico que llega a la ciudad dispuesto a entrar en el deleitoso juego del engaño. ¿Es que no recuerdas, querido Pier, los kilómetros de tenderetes de Oxford Street, en Londres? La derecha, siempre tomista, tomasiana y escolástica, hace finas diferencias entre la venta ambulante que paga impuestos y el tenderete. Pero el tenderete, de la salchicha de muerto a la sortija de plomo, es la floración enferma, deficiente y perfumante de la gran ciudad. Antes, en el Metro de París no dejaban meter quesos. En el de Madrid no dejan meter gatos. En las salidas del suburbano, por el estío, hay caribeños tenderetes de cocos.Se dice que el tenderete hace "competencia desleal" al comercio. Parece que estamos en peligro inminente de que un tenderete de argelinos, con pinchos morunos, se cargue el Cortinglés. Defendamos el tenderete, como forma primera y espontánea del cornercio, como estética entre fenicia y florentina, como poesía. Es la acracia industriosa que vaelve, frente a la multinacional. Con su olor ya de marzo y de cadáver.
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