Reagan se opone a la 'cumbre' de Moscú si Gorbachov no va este año a Washington

El presidente norteamericano, Ronald Reagan, declaró ayer que no se celebrará la cumbre soviéticonorteamericana el próximo año en la URSS si el máximo dirigente soviético, Mijail Gorbachov, no va, como estaba previsto, a Estados Unidos este año.Reagan mostró de esta manera su descontento ante el retraso, atribuible a la parte soviética, en la fijación de una fecha para que ambos dirigentes se encuentren este año en territorio estadounidense, tal y como acordaron el pasado mes de noviembre durante su cumbre de Ginebra.

Reagan afirmó que Moscú pretende que Gorbachov vaya a Estados Unidos en septiembre, mientras que Washington prefiere que sea en junio, porque "septiembre es una fecha demasiado cercana a las elecciones legislativas de noviembre". Funcionarios de los Gobiernos norteamericano y soviético discuten desde noviembre las fechas para que los dos líderes se reúnan de nuevo.

"Tengo una novedad que comunicarles", para el caso de que los soviéticos se opongan a la celebración de una cumbre este año en Washington, afirmó el presidente norteamericano ante un grupo de periodistas que fueron recibidos en la Casa Blanca: "No habrá reunión en 1987 en Moscú", añadió.

Reagan recordó que Washington había informado al Kremlin que la cumbre no podría celebrarse en el próximo mes de septiembre a causa de la proximidad de las elecciones legislativas norteamericanas, previstas para noviembre.

Según algunos observadores, en su discurso de apertura del 27º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, que tuvo lugar en Moscú la semana pasada, Mijail Gorbachov condicionó implícitamente la celebración de una cumbre al hecho de que se registrasen progresos en las negociaciones sobre desarme. La Casa Blanca reaccionó negativamente a lo que consideró como una inesperada condición previa soviética de cara al nuevo encuentro. Posteriormente, y tras una lectura detenida del discurso de Gorbachov, la presidencia norteamericana estimó que su primera interpretación había sido precipitada y que el líder soviético no había condicionado nada. El Kremlin se apresuró a confirmar que esta lectura del texto era la correcta.