Los GRAPO, fieles a su cita
LA BRILLANTE acción que el jueves protagonizaron en Zaragoza los presuntos grapo Rogelio Vázquez y Juan José Donoso, incluida la airosa salida puño en alto de la entidael bancaria, es el elemento último que faltaba en esta agitada campaña del referéndum. Si alguien tenía alguna duda de la importancia política de los días que vivimos, la reaparición de los pomposamente autodenominados Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO) viene a despejar las incertidumbres.Sistemáticamente enterrados por los sucesivos ministros del Interior, los GRAPO renacen siempre que los españoles tenemos ante nuestras manos la posibilidad de decidir sobre nuestro futuro. José Barrionuevo, al igual que sus antecesores, ya les había escrito el epitario en una reciente comparecencia ante el Congreso de los Diputados. Pero vuelven. Afortunadamente, el tragicómico episodio de Zaragoza, con engaño policial incluido, es de tono menor al que estos delincuentes arropados de siglas nos tienen acostumbrados. En ocasiones políticas similares han terciado con bombas y muerte. Ahora, sólo ha sido el susto. Bien es verdad que todavía quedan días difíciles, donde el río revuelto favorece la ganancia de estos despreciables pescadores, pero tengamos la suficiente confianza en la actuación policial preventiva para que el enrarecido ambiente político no tenga que resentirse de estos extraños ataques.
Surge, en todo caso, la pregunta habitual en estos inefables regresos. El porqué de sus acciones en épocas tan concretas y de dónde sacan dinero, revólveres y munición. La teoría de la ayuda a la desestabilización cobra fuerza con cada acto que emprenden tan incansables grupos, merecedores, sin duda, de figurar en la nómina de los dueños de las cavernas antidemocráticas. La sospecha, ampliamente extendida, de la connivencia existente entre los GRAPO y los negros servicios secretos de tanto protagonismo en los tristes años del posfranquismo no hace sino incrementarse con cada ejemplar acción que realizan estos sirvientes de la miseria oscurantista. Pero los años no pasan en balde y el sistema democrático está hoy mucho más afianzado que hace algunos años. Al menos hasta el momento, los intentos desestabilizadores a los que hemos asistido durante estos últimos días -bulos ridículos y atracadores esposados- han tenido afortunadamente un aire de chirigota que porte todavía más de manifiesto el absurdo propósito de sus acciones.
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