Despojar al baile
El terreno de la experimentación es resbaladizo en cuanto a logros inmediatos. ¿Cuándo las libres asociaciones que se generan en el salón de ensayos están listas para ser presentadas al público? ¿Es lícito y válido ofrecer con pretensión unitaria una serie de pequeños hallazgos corporales?.Muchas son las preguntas que surgen al ver la proposición de Angels Margarit, que, no obstante, no está exenta de inventiva y cierto rigor formal, pero aún muy verde e inconsecuente entre sus fragmentos, acusando influencias de una ingenuidad manifiesta que remiten literalmente a Bob Wilson, Fabre (¡los platos blancos!) y Carolyn Carson (los recorridos al paso por toda la escena). Lo más peligroso en la lectura coreográficá de Mudances es la falta de danza propiamente dicha. Despojar el baile de convencionalismos no quiere decir dejar de danzar. Geometrizar la escena no contribuye a crear una atmósfera de libertad.
Mudances
Coreografía: Angels Margarit. Música: Laurie Anderson y Josep Lluís Jornet. Bailarinas: Assumpta Arqués, Remei Barderi, Pilar Maese, Angels Margarit y Carmen Vidal.Centro Cultural de la Villa de Madrid, 21 de febrero.
El tejido se hace monótono por repetitivo, sin conseguir esa catarsis por reiteración de breves dibujos físicos (algo que Petipa dosificó sabiamente al doblar las evoluciones virtuosas en los pasos a dos). Mudances propone quemar ciertos pasos acudiendo a secuencias quebradas con un trabajo de tierra fuerte, seco y limpio hasta donde permite la técnica de los intérpretes, difícil de calibrar esta última a través de lo visto. Hay algo de doméstico en toda la puesta en escena, salvándose la coordinación conseguida en las evoluciones de grupo, donde se adivina que este grupo trabaja mucho y seriamente. ¿Por dónde van? Eso es más difícil y arriesgado de decir.
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