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Tribuna:ELECCIONES PRESIDENCIALES EN PORTUGAL
Tribuna
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Una opción renovadora

Hace unos días, en estas mismas páginas, hice un análisis, que resultó acertado, sobre las elecciones portuguesas: la derecha, a pesar de ir fuertemente unida, no obtendría el apoyo popular necesario para investir al democristiano Freitas do Amaral como presidente, y la desunión de la izquierda impediría que Soares, Zenha y, desde luego, Pintasilgo superasen al candidato conservador.La primera vuelta resuelve así unas incógnitas y abre varias interrogantes, tanto por lo que se refiere a quién, en definitiva, ganará las elecciones presidenciales como al futuro institucional de la sociedad política portuguesa, aunque la presidencia en Portugal tiene unos poderes no comparados con Francia, pero más que en Italia.

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La incógnita resuelta (Mario Soares y no Salgado Zenha o Pintasilgo) evidencia que, a pesar del desgaste del jefe histórico del socialismo luso, su carisma personal -y su habilidad- se han vuelto a imponer. Soares se jugaba su futuro político institucional y su posición partidaria: la presidencia y, sobre todo, el liderazgo en el partido. Si Zenha le hubiese superado el partido socialista podría haber quedado casi roto. Ésta es la gran victoria interna de Soares. Otra incógnita, resuelta también, es que el populismo de Pintasilgo era una nube de verano: tuvo inicialmente un despegue que sorprendió y confundió a analistas y políticos, pero su papel era sólo de revulsivo coyuntural, de contestación genérica, que difícilmente se podía concretar en una opción viable. El en tusiasmo voluntarista no suele coincidir con la lógica de la racionalidad política. Y, finalmente, la candidatura de Salgado Zenha, que unía eanistas, progresistas y comunistas, demostró: primero, que la imagen (la ironía y la ética política), con todos los datos de viejo luchador antifascista y de socialista íntegro, no era la apropiada; segunda, que el eanismo sin el protagonismo directo de Eanes tiene poca viabilidad, y tercero, que el voto comunista es el más fijo que hay en Portugal.

Las interrogantes habría que situarlas en dos niveles: uno, quién, realmente, puede ganar las presidenciales: Freitas o Soares; dos, consecuencias, a corto y medio plazo, de la victoria de Freitas o de Soares.

El problema de Freitas es mantener el apoyo que recibió el día 26 e incrementar, en su caso, algo si consigue movilizar a ciertos sectores abstencionistas. Tiene, además de este importante punto de partida (46,3%), dos hechos a su favor: una imagen de hombre moderado y discreto y un momento de la sociedad portuguesa muy poco motivada.

Problemas del líder socialista

Los problemas de Soares son más complejos: parte sólo del 25,4% y necesita apoyos y acuerdos de toda su izquierda: comunistas, progresistas y populistas. Salgado Zenha, ya en plena campaña, adelantó que si él no salía, votaría a su viejo y fraternal amigo, y así ahora lo ha reiterado. Con esto, Zenha coadyuva, además, a reunir al partido socialista. Pintasilgo estará más reacia a dar un apoyo tan claro, pero sus bases heterogéneas pueden hacerlo. Los dos interro gantes, a mi juicio, más confásos serán: si Soares logra que la abstención vuelva a ser la de 1980 (16%) y no la que fue en estas elecciones (24%) y, sobre todo, la estrategia del partido comunista de Cunhal. ¿Qué le interesa a Cunhal? ¿Un claro triunfo de la derecha para provocar una inevitable tensión política y social a plazo inmediato? O, por el contrario, ¿iniciar un proceso de colaboración frentista con socialistas y progresistas? En el primer caso, le basta con una actitud testimonial de apoyo a Soares, o simplemente de marginación política; en el segundo caso, necesitará un apoyo muy activo sobre sus bases, disciplinadas pero recelosas de un Mario Soares siempre anticomunista (aunque fuera comunista en su juventud). El partido comunista, y las otras variables, tiene así, con, su elección, una responsabilidad histórica. Por otra parte, Mario Soares tendrá que plantearse, muy a fondo, lo que otras veces fue reacio: colaborar, de alguna manera, con los comunistas o asumir, por adelantado, una derrota.

La actual sociedad política portuguesa está estancada y reducida. Su modernización exige un replanteamiento general de sus seculares problemas y un revulsivo dinamizador. La opción conservadora de Freitas no es, ciertamente, involutiva, pero sí provocará una reacción no reglada y de contestación incontrolable. La opción conservadora sería institucionahzar la inseguridad. Frente a esta opción, Mario Soares tiene la oportunidad -desde un moderado izquierdismo- de fortalecer el partido socialista, ahora casi fraccionado, y de conjugar, con progresistas, populistas y comunistas (integrando a éstos en el sistema), una opción de renovación y de modernización política y socioeconómica.

Raúl Morodo es catedrático de la universidad Complutense y miembro del Centro Democrático y Social (CDS).

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