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Tribuna:LA URSS, ANTE EL 12º PLAN QUINQUENAL
Tribuna
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Un "test" para la economía sovietíca

Durante las próximas semanas, las instituciones estatales de la Unión Soviética, comenzando por el 27º Congreso del PCUS, se disponen a aprobar el duodécimo plan quinquenal, cuyo proyecto fue aprobado por la dirección del partido a mediados del mes de octubre, difundiéndose posteriormente entre la población y la militancia comunista.En el proyecto se reconocen diversos signos negativos de las condiciones económicas actuales. A lo largo del quinquenio transcurrido, la renta nacional ha crecido a una tasa media acumulativa del 3% (17% quinquenal) y la industria lo ha hecho por debajo del 4%, por sólo reflejar dos de las macromagnitudes básicas de la economía.

Las perspectivas futuras se cifran fundamentalmente en una sensible mejora de la eficiencia económica general, en términos de la productividad del trabajo y de los rendimientos del capital existente y de las nuevas inversiones.

El proyecto de plan quinquenal 1986-1990 propone un aumento del 19%-22% para la renta nacional, basado exclusivamente en el aporte de la productividad, es decir, sin que se prevea la incorporación de mayor fuerza de trabajo. El sector industrial ha de crecer un 21%-24%, siendo algo más alta la tasa de la producción ligera que la de la industria pesada y estimando un débil comportamiento en las ramas extractivas de combustible y de materias primas (11%-13%), lo que significa la necesidad de realizar un gran esfuerzo en el ahorro de recursos materiales como energía, metales, cemento, madera y otros.

Oportunidad histórica

En la encrucijada actual, el próximo quinquenio va a constituir un auténtico test para las posibilidades de reforma de la estructura económica soviética. Una estructura que hasta la fecha ha dado muestras de una fuerte inelasticidad hacia los cambios productivos y organizativos capaces de proporcionar una mayor / mejor utilización de la mano de obra, de los equipos e instalaciones, de las materias primas, de los productos intermedios y del funcionamiento "sino de las instituciones que dirigen, controlan y ejecutan la actividad económica. Ahora, cuando los dirigentes soviéticos reconocen la vulnerabilidad y las deficiencias de la economía, aunque sólo mínimamente explicitadas en este proyecto, parece que tienen la oportunidad -tal vez histórica- de mostrar si disponen de capacidad para superar los principales problemas existentes, que conciernen al débil rendimiento de la actividad científico-tecnológica, al envejecimiento de los equipos productivos, al deficiente funcionamiento del abastecimiento técnico material, al sector de transporte, al planeamiento y ejecución de la política de inversiones, al desinterés microeconómico -en las empresas y unidades agrarias- por la eficiencia económica y el progreso técnico y otros problemas insistentemente señalados desde fuera y desde dentro del país.

El proyecto del nuevo plan se hace eco de esas aspiraciones de reforma, unas veces de manera sólo testimonial o declarativa, pues no se recogen formulaciones concretas y numéricas sobre la ejecución de lo que se pretende cambiar, pero en otros casos sí se proponen metas y métodos específicos. Así, se establecen prioridades en la producción de la industria pesada; se determina que la mitad de las nuevas inversiones se destinará a mejora técnica de equipos e instalaciones existentes, seleccionando más rigurosamente las nuevas ejecuciones de obras básicas; se fijan incrementos de productividad en la economía, en la industria y en cada rama que superan claramente los alcanzados en períodos pasados; a la vez se establecen porcentajes de reducción en los costes de producción basados en el menor consumo de materiales; también se señalan las repúblicas con mayores posibilidades de crecimiento (Kazakistán, Uzbekistán, Aserbaiyán, Tayikistán). Las mejoras en la eficiencia significan la posibilidad de establecer un volumen menor de inversiones para lograr mayores incrementos productivos, lo que redundaría en una mayor disponibilidad de recursos destinados a favorecer el nivel de vida de la población.

Lógicamente, el plan incluye objetivos logrables y otros que todavía pertenecen al campo de los deseos hasta ahora reiterados en cada plan, pero incumplidos a lo largo de los años. En este caso, una vez más, el futuro tiene la palabra; no obstante, sí cabe señalar un cambio de talante y aun de formulaciones y objetivos en el nuevo equipo dirigente. Este plan se posiciona con nitidez ante el reto de la eficiencia; saliendo del campo de la retórica, sí establece algunas metas específicas y adopta medidas encaminadas a afrontar los objetivos de la productividad y de los rendimientos.

Un viraje radical

En el pleno del Comité Central que aprobó este proyecto de plan, el discurso de Mijail Gorbachov, que reproducía el periódico Pravda con fecha 16 de octubre, aludía a la necesidad de "un viraje radical hacia la intensificación y la calidad". Pues bien, ante ese reto, los interrogantes de fondo siguen planteados: ¿cabe pensar en reformas parciales sin modificar seriamente el modelo de acumulación y el sistema de gestión estatalizado? ¿Se pueden acometer reformas económicas de envergadura sin alterar aspectos fundamentales de las relaciones sociales, donde domina la cadena de intereses corporativos que jerárquicamente se organizan desde el aparato estatal? ¿Ello es posible sin afectar a las bases mínimas del régimen político?

Este proyecto de plan parece reflejar un cambio de actitud y de prácticas en la economía. El nuevo programa estratégico ratifica las líneas tradicionales sobre la naturaleza del régimen político y la bóveda ideológica a través de la que se legitima. La reciente propuesta para la eliminación total de armas nucleares hacia finales de siglo responde a la convicción de que las posibilidades de reforma están en razón inversa a los requerimientos del rearme militar. No se puede atender simultáneamente al incremento del potencial productivo, a la mejora del nivel de vida y a la carrera armamentista.

El breve período transcurrido bajo la dirección política de Gorbachov impide sacar cualquier tipo de conclusiones categóricas. Los datos disponibles parecen avalar una voluntad de afrontar el reto de la eficiencia económica, pero esos mismos datos parecen también inducir a considerar el alcance parcial e insuficiente del viraje propuesto.

Enrique PalazueIos Manso es profesor titular del departamento de Estructura Económica y Desarrollo de la universidad Complutense.

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