Víctima e indefensión
Le ruego publique esta carta en EL PAÍS para expresar el estupor que hemos sentido muchas personas ante las manifestaciones del señor gobernador de Córdoba, respecto a las violaciones de mujeres que han tenido, lugar en la ciudad cuya seguridad y orden tiene la obligación de garantizar.La intensidad de esta sensación sólo ha sido superada al comprobar que al día siguiente aún seguía en su cargo, y temo que para largo.
Un individuo cuya seguridad pagamos todos, con guardaespaldas y policías a su servicio, no debe ni abrir la boca para hablar de la resistencia que los ciudadanos deberíamos oponer a las agresiones de cualquier tipo, a menos que él mismo renuncie a la protección de que disfruta a nuestra costa y se defienda personalmente. A fin y al cabo, son bastante menos numerosos los atentados contra gobernadores que contra las mujeres, siendo éstos mucho más perjudiciales socialmente. Al menos algunos, como el de Córdoba.
Los gobernadores no se eligen. Vale, tragaremos, pero sí los Gobiernos que mantienen imperturbables en su cargo a sujetos que muestran tal desprecio por al menos el 50% de la población y deben pagar por su falta de sensibilidad.
Tomo nota e invito a tomarla a todos cuantos ha irritado el cinismo del señor López Martínez.-
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