El encanto de Bruselas
Le ruego publique esta carta, más que de rectificación, de verdadero asombro ante algunas de las aseveraciones que aparecen en EL PAÍS / DOMINGO de 5 de enero de 1986, bajo el título El discreto encanto del eurócrata, firmadas por Carlos Gómez.Asombro, en primer lugar, porque el señor Gómez haya utilizado indebidamente mi nombre para dar una imagen negativa de la vida cotidiana de un funcionario comu nitario en Bruselas cuando, ade más, lo cierto es que dediqué más de dos horas, ante testigos, a ofre cerle una visión realista -y, dada mi opinión al respecto, favorable-, ya que era evidente que el señor Gómez traía una opinión desfavorable preconcebida.
Asombro, en segundo lugar, por lo disparatado de varias de las informaciones que transmite dicho artículo: por poner sólo un Hamativo ejemplo, el señor Gómez afirma que "el alquiler de un apartamento céntrico puede alcanzar 300.000 pesetas mensuales": es un hecho, en cambio, que el alquiler en Bruselas de una casa familiar con jardín, a 10 minutos de nuestro trabajo y a la vera de un parque o bosque, se sitúa en una escala cuyo nivel más accesible no supera las 80.000 pesetas mensuales.
Cierto es que hay luces y sombras, como en todo; que Bruselas,por ejemplo, tiene un alto índice de pluviosidad, aunque no superior al de Santander (elegida, sin embargo, en una encuesta periodística, como la ciudad española más agradable para residir): pero entre los problemas y las venajas que supone un clima más seco y otro más húmedo -por ejemplo, para quienes apreciamos el jardín y el huerto-, la opcíón es ya cuestión de gustos, más que de datos objetivos.
Muchos de los datos que ofrece el señor Gómez son, por otra parte, reales, entre otras razones porque se le lan facilitado en las propias stituciones comunitarias, y además evidencian untrabajo meritorio de síntesis. Conviene subrayar que la información sobre estos hechos tiene una importancia considerable en el momento en que las instituciones Comunitarias están seleccionando a una serie de funcionarios españoles cuya influencia en la efectividad de la adecuada integración de nuestro país en las Comunidades Europeas no debe despreciarse: todos los grandes procesos sociales se nutren de la valía y de la motivación de personas concretas e insustituibles.
En definitiva, debe prescindirse de apriorismos a la hora de valorar Bruselas como destino profesional, y contar también con los datos de un entorno agradable (muchos más parques por kilómetro cuadrado y habitante que las demás capitales europeas), de calidad de la vida (de la escolarización a la sanidad), de la riqueza humana y diversidad estimulante de los conciudadanos, de una oferta artística y cultural dificilmente superable, y de un trabajo altamente satisfactorio.-
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