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Thatcher se juega hoy su liderazgo político y su permanencia al frente del Gobierno

Margaret Hilda Thatcher comparece esta tarde en la Cámara de los Comunes del Parlamento británico para intervenir en el debate más comprometido de su carrera política, de cuyos resultados depende la continuidad de su liderazgo en el Partido Conservador y, por tanto, su permanencia al frente del Gobierno. El tema central del debate: la actuación del Gobierno y, básicamente, la de la primera ministra en el llamado caso Westland, un asunto que empezó con el tema trivial del rescate financiero del único fabricante de helicópteros del país para convertirse en un juicio de valor sobre el estilo y la ética del Gobierno de Thatcher.

Es evidente que con la actual mayoría conservadora en la Cámara Baja, 140 diputados sobre el resto de los partidos, la caída de Margaret Thatcher tras el debate de hoy es impensable, aunque se piensa que la votación puede arrojar una mayoría menos abultada que otras veces ante el desencanto de algunos diputados conservadores.Sin embargo, la trascendencia del debate para el futuro político de la actual dirigente conservadora es innegable. Un muestreo realizado por la respetada organización Harris para el dominical The Observer demuestra que un 43% de las personas encuestadas considera que Margaret Thatcher debe dimitir por su forma de llevar el caso Westland frente al 48%. que no ve causa suficiente para su salida del Gobierno.

Como en el escándalo Watergate de EE UU, lo que plantea el asunto Westland es un problema de credibilidad del Gobierno ante la opinión pública. El tema capital en todo este asunto se reduce a saber el grado de participación de la propia primera ministra en la filtración de sólo una parte de una carta confidencial en la que el vicefiscal general acusaba al ex ministro de Defensa, Michael Heseltine, de "inexactitudes materiales" en su defensa de la propuesta europea para hacerse con el control de la compañía. La primera ministra reconoció el pasado jueves ante el Parlamento que la filtración hecha por el Ministerio de Comercio e Industria fue autorizada, sin su conocimiento, por do de sus colaboradores más allegados, su secretario particular Charles Powell, un diplomático del Foreign Office y su jefe de prensa, Bernard Ingham.

Por alguna razón, todavía desconocida, la primera ministra no ha considerado conveniente explicar en su totalidad todos los entresijos del asunto Westland, que ha provocado ya la dimisión de dos importantes miembros del Gobierno, el propio Heseltine y el titular de Comercio e Industria, Leon Brittan. Fuentes informadas han señalado el disgusto de veteranos responsables del Partido Conservador con la actual líder por su negativa a aceptar el consejo expresado por dos prestigiosos tories, el viceprimer ministro y líder de los lores, lord Whitelaw, y el lord canciller, lord Hailsham of St. Marylebone, de confesar ante los Comunes "la verdad completa".

Como señalaba recientemente un comentarista, desde el extranjero todo este asunto puede ser considerado como un exceso de moralidad falsa, pero la verdad es que el sistema político británico, al carecer de una constitución escrita, descansa totalmente en los intercambios francos y sinceros en el Parlamento. De acuerdo con el sistema, es mejor negarse a dar una respuesta a una interpelación que ocultar la verdad, o simplemente decirla a medias, como parece ser el caso.

Thatcher pasó todo el fin de semana trabajando en su residencia de Downing Street en su discurso de hoy y preparando la estrategia ante el debate parlamentario. El sábado cubrió la baja de Brittan nombrando para sucederle al segundo del departamento, Paul Channon, curiosamente un miembro del ala wet, o moderada, del partido, y declarado antimonetarista.

En una intervención ayer en el programa Face the press, del canal 4 de televisión, Thatcher afirmó que no cree que le haya llegado la hora del retiro, y que piensa que puede permanecer al frente del país durante un tercer mandato.

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