Sigue siendo imprescindible
Esto no puede ser el fin de una época. Tampoco la desaparición, con su persona, de intuiciones, análisis, esfuerzos que, si no lograron imponer totalmente su impronta en la cultura política de la restauración democrática, sin ellos ésta no tendría las posibilidades de desarrollo respecto al futuro. Todo no se va con él. Se va su voz, su manera de encauzar situaciones, la referencia que para la España del progreso y del cambio su presencia representaba. No se van sus análisis, su magisterio ético, su tozudo apego a las ideas que consideraba soporte irrenunciable para que la política no fuese sino adaptación a las circunstancias. Tierno ha sido ese equilibrio entre posibilismo realista y ambición ideológica que es imprescindible a la izquierda en esta hora de Europa.Primero, en el tiempo, en tantas cosas, en la opción europeísta, en la recepción de las filosofías de anchas lógicas, en el enfrentamiento con la necesidad de la renovación marxiana, en la potenciación de la importancia de la gestión cotidiana, en la admisión y apoyo a la opción monárquica, ha sido uno de los últimos en abandonar, como cambio de la eficacia, los ideales. Solamente un intelectual participante en todos los riesgos de la práctica política -no es el mirar la necesaria admisión del imperio de lo cotidiano- podía aparecer en esta hora como una referencia imprescindible. Socrático en su ironía, estoico ante los contratiempos, mantenía, en la serenidad, un entusiasmo que no se ha agotado ni en el éxito ni en la adversidad. El pueblo lo ha entendido y le ha testimoniado esa solidaridad que acompaña a aquellos que considera absolutamente imprescindibles.
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