El poderoso clan familiar del coronel Gaddafi
FERNANDO ORGAMBIDES, Todo un curioso y enigmático mundo, aunque familiar, rodea la figura del coronel Muammar el Gaddafi, líder discutido fuera de Libia pero adorado dentro de su país, especialmente por una juventud a la que está permitiendo hacerse poco a poco con todos los dominios básicos de la gestión pública, pese a la resistencia silenciosa de adultos y veteranos hombres de poder. Es Gaddafi un hombre caprichoso en su forma de vestir, orgulloso y evasivo ante el protocolo, maniático en costumbres y sorprendente en sus apariciones públicas.
La Libia de los últimos 17 años está indiscutiblemente unida a la personalidad política de este líder de 43 años que recibe a los jefes de Estado dentro de su tienda de beduino y provisto de gafas oscuras; pero Gaddafi vive dentro de un entorno familiar sobre el que descansa su confianza y desde el que también se elabora parte de la política que hace excepcional a este país del norte de África en el concierto de las naciones.Muammar el Gaddafi perdió a su padre el año pasado. Era un hombre fuerte y vitalista que murió rondando los 100 años. Había trabajado toda su vida como empleado de una industria de Sirta, ciudad situada en el golfo del mismo nombre y donde nació el hoy líder libio. El padre de Gaddafi pertenecía a la tribu de los Gadadfa (pequeño y pobre), y se enorgulleció hasta su muerte de haber sido herido en el campo de batalla combatiendo como resistente contra el ejército colonial italiano.
Los Gadadfa son originarios de Sirta y Misurata, ciudades costeras en el camino de Trípoli a Bengasi y próximas a la zona petrolífera del país, aunque su influencia llegaba incluso hasta Seblia, ya en el desierto. Hoy los Gadadfa son gente importante en Libia porque de esta tribu ha salido el guía de la revolución. Incluso más que los Senussi, tribu no originaria del país pero que se estableció en la región de Círenaica en el siglo pasado y que además está concebida como un movimiento religioso ortodoxo con bastante fuerza y adeptos.
De los Senussi, cuya influencia llegaba también al desierto, salió el rey Idriss, derrocado en 1969 por Gaddafi, personaje que sirvió al intento de los británicos para instaurar un régimen monárquico en la colonia de la antigua Tripolitania. También de los Senussi es la joven enfermera Sas¡ya, fiel compañera de Gaddafi, con la que se casó cuando ésta contaba 14 años y hoy madre de sus siete hijos. El coronel reúne, pues, todas las cualidades para el liderazgo: ha elevado el prestigio de su tribu y está casado con una mujer perteneciente a otra ya prestigiosa.
Los cronistas sociales que merodean por las embajadas extranjeras hablan de que Gaddafi perdió un hermano en edad adolescente y que tiene actualmente una hermana de la que nada se sabe. Sin embargo, sus familiares más próximos son su cuñado, el joven Abdallah Senussi, con quien aparece a veces en público, y sus tres primos hermanos Gadadfa Edam, dos de los cuales, Said y Ahmed, han estado siempre con el líder.
Otro primo de Gaddafi, aunque no perteneciente a este último tronco, era el coronel Hassan Ishkal, ex jefe de las operaciones libias en Chad y último responsable militar de la zona central (costas del golfo de Sirta).
Ishkal falleció este último otoño, y sobre su muerte se ha dicho de todo fuera de las fronteras libias. Oficialmente se anunció en Trípoli que murió en accidente de automóvil, pero a su entierro en Sirta no asistió ninguna representación oficial. El coronel Ishkal era un hombre "simpático y vivo", según los cronistas, y una de las personas de mayor prestigio entre los Gadadfa, después de su primo.
Otro coronel es Said Gadadfa, a quien también un accidente de automóvil le destrozó las piernas hace dos años, por lo que tuvo que ser trasladado a un hospital de Roma. Trípoli informó oficialmente que el accidente le sobrevino al estallarle la caja de cambios de un Ferrari que estaba probando.
Su primo de confianza
Pero tras estos dos militares la persona quizás más próxima y de mayor confianza del líder libio es su primo Ahmed Gadadfa Edam, el hombre que se entrevistó con Felipe González en marzo del 1983 y quien, por parte libia, se encargó de los preparativos del encuentro que sostuvieron en Palma de Mallorca el 19 de diciembre del año siguiente el presidente del Gobierno español y el guía de la revolución.
Sin haber cumplido aún los 40 años, Ahmed Gadadfa es toda una personalidad en el entorno del líder y en el complejo urbano de Bab el Azzaia, la fortaleza militar en cuyo interior, construido a modo de laberinto, está la morada de su primo, incluida la tienda de beduino que ahora ocupa y en la que recibe a los visitantes extranjeros.
El nombre de Ahmed Gadadfa, un verdadero ejecutivo que se sabe todos los trucos del negocio del petróleo y que ha sido designado por su primo en numerosas ocasiones para misiones especiales y difíciles, está unido a todos los importantes acontecimientos en los que ha sido protagonista Libia en los últimos cinco años.
Cuentan los cronistas que uno de los mayores aislamientos de Gaddafi se produjo en 1982 cuando por falta de quórum, primero por el rechazo de algunos países a la presencia de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en la reunión y después al negarse el líder libio a que la representación de Chad estuviera encabezada por el entonces incipiente presidente Hissène Habré, Trípoli no pudo ser escenario físico de la cumbre de la Organización para la Unidad Africana (OUA). Y eso que para celebrar el acontecimiento Gaddafi mandó construir seis hoteles en Trípoli, entre ellos el lujoso Al Kabir (Gran Hotel), centro estos días de la Prensa internacional y del que suele decir desde fuera que frecuenta el dirigente palestino radical Abu Nidal.
Gaddafi, pese a que no le gusta asistir a lugares donde puede encontrar cierta competitividad, viajó al año siguiente a Addis Abeba y reclamó para sí la presidencia de la cumbre, basándose en que se trataba de la reunión correspondiente por celebrar en Trípoli. Etiopía se opuso y el coronel libio dio portazo Y se marchó sin despedirse.
A los tres días, tras una escala en Yemen del Norte, se entrevistó en Riad con el rey Fahd de Arabia Saudí, y poco después viajaba a Amman, donde hizo lo mismo con Hussein de Jordania, reconciliándose con ambos. El ciclo lo cerró un año después firmando la paz con Marruecos.
Un viaje de Sasiya
A Gaddafi le habían fallado los países africanos, en especial Argelia, y, pese a que hasta esa fecha las monarquías árabes eran para él uno de sus principales blancos, sorprendentemente fue a buscar la paz con ellos.
Se asegura que en los preparativos de estos tres encuentros estuvo su primo Ahmed, como también ha sido últimamente, tras los acuerdos de Camp David, el hombre que ha viajado a El Cairo como interlocutor libio.
Sin embargo, no toda la responsabilidad recae en los hombres dentro del entorno familiar de Gaddafi; hay una excepción importante, de la que es protagonista su joven mujer, Sasiya, de 32 años. Discreta y siempre en segundo plano, Sasiya Senussi dejó un día a sus hijos y a su marido en Trípoli y tuvo que viajar a la India para entrevistarse con la entonces primera ministra Indira Gandhi. La esposa de Gaddafi, que suele acompañar a su marido en los desplazamientos que hace al exterior, consiguió que Gandhi realizara meses después una visita a Trípoli, con lo que se reforzaba el papel de Libia en el movimiento de los no alineados.
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