El televisivo llanto de los ricos
LA EMISIÓN de las mañanas de Televisión Española ha desatado una de esas exhibiciones de. narcisismo a las que los directivos del monopolio estatal -como Groucho Marx, encantados de haberse conocido- suelen entregarse. La noticia de la semana en TVE no ha sido otra que su nuevo servicio matutino. La busca por el Ente de los benéficos efectos de la sinergia no se ha limitado a la publicidad de Televisión por Televisión, sino que se ha extendido a los servicios informativos de Radio Nacional, Ambivalentemente utilizados como fuente de noticias y como objeto de promoción. Televisión Española no es el único medio de comunicación resuelto a convertir su propio ombligo, para desesperación de lectores, escuchas o espectadores, en el tema predilecto de sus elogios y comentarios -y nuestro propio periódico no está libre de pecado-. Pero es, en cambio, el único que oficia ese esperpéntico rito en régimen de monopolio y en las exclusivas manos del poder público.Los sociólogos tendrán oportunidad de registrar y de valorar los cambios de costumbres y de comportamientos producidos en los hogares españoles por la programación matinal de nuestra televisión, hecho, por lo demás, totalmente normal a estas alturas. Los analistas políticos también especularán sobre los objetivos que esa decisión, aquí y ahora, brinda al poder. En un año tupido de convocatorias a las urnas (referéndum sobre la OTAN, elecciones al Parlamento Europeo, comicios autonómicos andaluces, elecciones legislativas), la televisión matinal puede ser un eficaz instrumento para hacer llegar, durante las mañanitas, la propaganda adecuada a sectores del país poco televidentes hasta ahora. La ocupación de las mañanas por Televisión Española reforzará también la audiencia del medio estatal (administrado por directivos designados por el Gobierno) en las vísperas del anunciado proyecto de ley de regulación de las televisiones privadas. Quedan por cuantificar las mermas de audiencia de las radios privadas -la estatal la tiene garantizada en conexión directa con la propia TVE- y el daño al pluralismo audiovisual. Hay muchos informativos de radio, matinales, donde escoger: televisión, por el momento, sólo la del Gobierno. Y por último, está el asunto de los trasvases de publicidad a las insaciables arcas de Prado del Rey.
En cualquiertaso, el aspecto más significativo de la nueva programación matinal de Televisión Española se relaciona con sus contenidos. La decisión de transmitir un culébrón mexicano -titulado (aunque parezca una inocentada) Los ricos también lloran- y el telefilme estadounidense Dinastía, la ausencia de una programación cultural o educativa en horas que sería de utilidad para la sociedad, dan fe de los criterios que se manejan en Prado del Rey. El incorrectamente denominado Ente Público de RTVE no es más que una televisión comercial -mediocre en muchas cosas-, monopolizadora del mercado publicitario, sobre el que impera sin distinción ni matices, y esmaltada de mensajes político-propagandísticos. Televisión Española ha logrado fundir, en un solo monstruo, los aspectos más criticables de algunas televisiones privadas (publicidad incontrolada y telefilmes muchas veces infectos) con los rasgos detestables de las televisiones gubernamentales (propaganda política directa o subliminal, despilfarro, caos e ineficacia).
El programa electoral del PSOE denunciaba -hace sólo tres años- que "la sociedad española se encuentra en una situación de gran vulnerabilidad en el terreno de la cultura" a causa de la frecuente importación de producciones informativas y culturales "de nula calidad". Los socialistas -hace sólo tres años- anunciaban su propósito de convertir a RTVE "en un instrumento fundamental en la promoción de la oferta cultural", de evitar "su colonización por producciones extranjeras de nulo valor cultural" y de fomentar "la oferta cultural nacional". Quienes hoy gobiernan el Estado prometían -hace sólo tres años- que su política respecto a RTVE reforzaría "otras formas de expresión cultural" ("como el teatro, la música, el libro y especialmente el cine"), distintas a los telefilmes y elevaría "los niveles técnicos, culturales y estéticos de sus programas". El resultado está a la vista.
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