Continúa la crítica situación en la región del Nevado del Ruiz
La situación continuaba siendo crítica ayer en la región colombiana del volcán Nevado del Ruiz, en la que cerca de 7.000 personas pasaron la noche a la intemperie o en refugios habilitados en zonas elevadas por temor a una nueva avalancha de lodo provocada por una erupción. El Comité de Estudios Vulcanológicos, que vigila la zona, recomendó ayer que se mantenga el estado de alerta decretado el sábado, aunque se haya estabilizado la actividad microsísmica.Durante la noche del sábado al domingo se produjeron sacudidas sísmicas en las cercanías del cráter del Nevado del Ruiz, seguidas por emisión de cenizas y gases de azufre.
Los expertos que vigilan la actividad del volcán señalaron que es preocupante el aumento de nivel en el río Guali, uno de los cinco que nacen en el Nevado del Ruiz, con peligro de desbordamiento, lo que afectaría a cinco poblaciones.
En las zonas de alto riesgo de riadas las Fuerzas Armadas, con ayuda de la Defensa Civil y la Cruz Roja, trasladaron a los habitantes de la zona a refugios elevados en zonas montañosas y les han recomendado que se desplacen permanentemente con pañuelos para protegerse de los gases tóxicos, linternas, agua, impermeables y mantas.
En la mañana de ayer, un avión sobrevoló la zona arrojando octavillas en las que se explican las medidas de seguridad que han de ser adoptadas en el caso de que se produzca una nueva erupción, y para protegerse contra las avalanchas de barro, las lluvias de ceniza y las piedras incandescentes.
La evacuación de los habitantes de la región se desarrolló el sábado con orden, aunque las Fuerzas Armadas y la Defensa Civil encontraron dificultades para convencer a algunas personas de que abandonasen sus hogares, ya que temían que fuesen saqueados durante su ausencia.
"La alerta actual es la más seria de las tres decretadas desde el pasado 13 de noviembre", según ha declarado uno de los vulcanólogos que trabajan en la zona.
El 13 de noviembre, la entrada en erupción del Nevado del Ruiz desheló parte de la costra de hielo del volcán, lo que originó, a su vez, un alud de lodo que sepultó a la población de Armero y causó la muerte a unas 23.000 personas.
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