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Italia da 'luz verde' al ambicioso proyecto de unir Sicilia a la península con un puente

Juan Arias

El ambicioso y controvertido proyecto de unir mediante un puente la isla de Sicilia a la península italiana ha dado su primer paso con la firma de la autorización gubernamental que da luz verde a la realización de una obra cuyos planes llevaban 18 años arrinconados en los despachos de la Administración.

El puente, que tendrá casi tres kilómetros y medio de largo y se levantará a 80 metros sobre el nivel del mar con unas torres de apoyo que pesarán 200.000 toneladas y se elevarán hasta 400 metros de altura, costará 500.000 millones de pesetas.La fecha escogida para la firma de la autorización ha sido simbólica y ciertamente no casual: el 27 de diciembre, el mismo día que en 1908 un violento maremoto arrasó la ciudad siciliana de Mesina, causando 60.000 muertos.

Desde entonces, se viene hablando de la necesidad de construir un puente entre Calabria y Sicilia, que una las ciudades de Reggio Calabria y Mesina, separadas por un estrecho de 30 kilómetros de longitud y tres kilómetros y medio de anchura.

Desde hace 18 años se han estado realizando gestiones burocráticas para llevar a cabo lo que generaciones de calabreses y sicilianos vieron siempre sólo como un suefío. En ese período de tiempo se han estudiado 154 proyectos distintos de los cuales sólo seis han sido al final aceptados.

Pero divergencias políticas, intereses económicos encontrados, y hasta, se dice, presiones de tipo mafioso o bien miedo a que un proyecto de tantos miles de millones pudiera ser controlado por las Mafias calabresa y siciliana, acabaron por arrinconar en los cajones de la Administración el famoso e imponente proyecto.

Sólo ahora el decisionismo del Gobierno que preside el socialista Bettino Craxi ha sido capaz de llegar, por fin, a dar el primer paso concreto: la firma con la que se autoriza definitivamente, por parte del Gobierno, a unir el estrecho de Mesina al continente; aunque todavía está sin decidir si será un puente o un túnel, parece que la primera solución es la que tiene más posibilidades.

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El presidente del Gobierno esta vez está dispuesto a que la burocracia no convierta de nuevo esa gran obra en un puente de papel. Para ello está dispuesto, según él mismo ha afirmado, a echar mano de todos los medios que le permite la Constitución, ya que según el presidente socialista la decisión de unir Sicilia y Calabria es, además de un imponente proyecto de ingeniería mundial, una importante decisión política "que atraerá hacia Italia el interés y la atención de todos los países civilizados".

Carxi ha añadido que no se trata de un mero problema de velocidad, para atravesar con mayor rapidez el estrecho de Mesina, ni menos aun de un episodio de escaparate, sino más bien de "una mayor integración entre norte y sur" y de "un crecimiento social entre dos regiones no particularmente premiadas hasta hoy".

El proyecto y la decisión del Gobierno tendrá ahora que pasar por las horcas caudinas del Parlamento, que empezará a debatir el asunto a primeros del próximo mes de febrero.

La importancia política y social es enorme si se piensa que de este modo se ensancha el continente, que Sicilia pasará a formar parte de Italia a todos los efectos sin sentir sobre sus hombros el peso de un aislamiento ancestral.

Incluso el problema de la Mafia podría ser mejor abordado y combatido, ya que el factor isla ha contribuido a que proliferara todo tipo de ilegalidades. Son sólo tres kilómetros de separación, pero que convertían a Sicilia más en un pedazo de Oriente Próximo que de Europa.

El puente llega además en un momento muy importante, ya que por vez primera se está preparando el gran proceso contra la Mafia y hasta la misma Democracia Cristiana, en su nueva trayectoria, ha cambiado radicalmente a sus hombres políticos con poder en la isla, acusados desde siempre de implicaciones más o menos abiertas con el poder mafioso. De ahí que el proyecto se esté viendo con buenos ojos, no sólo desde el ángulo económico-turístico, sino sobre todo político.

Con el puente, la ciudad calabresa de Reggio y la siciliana de Mesina acabarán formando una sola gran metrópoli de más de un mllón de habitantes que se convertirá en uno de los más importantes centros comerciales del sur de la península italiana.

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