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El integrismo de Irán dificulta que prospere la 'paz siria' en Líbano

Siria acaba de obtener la aprobación de los beligerantes libaneses a su propuesta tendente a secularizar el sistema político de ese país. Pero su aliado iraní parece apadrinar otro proyecto en Líbano, que puede obstaculizar el plan sirio: la islamización del país.

Los jefes de las tres principales milicias libanesas -el católico maronita Elie Hobeika, el druso Walid Jumblat y el shií Nabih Berri- firmaron el sábado en Damascó un acuerdo de paz y de desconfesionalización de Líbano, antes de ser recibidos ayer por el presidente sirio, Hafez el Asad, que les felicitó por el consenso alcanzado.Pero a la ceremonia celebrada en las orillas del Barada (el río que atraviesa la capital siria) no asistieron otras fuerzas locales, como los ultraintegristas shiíes del Partido de Dios (Flezbollah) ni sus correligionarios suníes, reagrupa dos en el Movimiento de Unificación Islámica (MUI). Coincidiendo con la última rec- ta final de la negociación de Damasco, los dignatarios iraníes han multiplicado los llamamientos a los musulmanes libaneses pidiéndoles, como hizo a mediados de mes el sucesor del imán Jomeini, ayatollah Montazari, que se unan, derroquen al actual régimen e instauren una república islámica. Días después, el presidente iraní, Alí Jamenei, se expresó en los mismos términos al recibir al jeque Said Chaban, jefe del MUL "La suerte de los musulmanes en Líbano reviste "para nosotros la misma importancia", aseguró Jamenei a su huésped, "que los problemas internos de la República Islámica". Y, a su regreso de la capítal íraní, Chaban proclamó que, para los musulmanes de Líbano, Irán "es su mejor aliado". En su ciudad, ahora controlada por el Ejército sirio, el clérigo integrista no dudó también en criticar el acuerdo entonces discutido en Damasco, afirmando que "no resolverá los problemas de Líbano porque la solución está en el islam". Para los más cautos diarios líbaneses, ha reaparecido, con motivo de la conclusión del pacto tripartito, una "velada, pero preocupante, tirantez entre Damasco y Teherán". Mientras, en tono más sensacionalista, el rotativo francófono Le Reveil sostenía abiertamente que "Irán y los integristas se han puesto de acuerdo para torpedear el papel de Siria en Líbano". El mencionado periódico precisaba que Teherán, que dispone en la llanura libanesa de la Bekaa de varios centenares de guardianes de la revolución, allí destacados en 1982 para hacer frente al avance israelí, "aumentará su ayuda material a las organizaciones islámicas para que puedan fomentar disturbios en varias regiones y saboteen así el plan sirio".

A principios de mes, el primer ministro sirio, Abdel Rauf al Kassem, viajó a Teherán al frente de una nutrida delegación para "clarificar" las relaciones, bilaterales, algo enturbiadas últimamente. A pesar de las diferencias de sus regímenes políticos laico y confesional, respectívamente, ambos países aliados acordaron reforzar su cooperación, pero ninguna declaración o comunicado señaló sí la cuestión libanesa hábía sido abordada en las conversacíones y qué conclusiones habían sido eventualmente alcanzadas.

Al margen de sus nexos religiosos con los musulmanes libaneses, la República Islámica teme que la actual reconciliación sirio-jordana origine también un acercamiento entre Damasco y Bagdad. Y es posible que Irak esté interesada en potenciar el integrismo en Líbano para demostrar al régimen sirio que, si modifica sus alianzas en la guerra del Golfo Siria apoya a Irán-, podría tener que enfrentarse con mayores problemas en el país vecino que intenta pacificar.

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