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Reportaje:

El 'agosto' navideño de las librerías de Madrid

Michael Ende, García Márquez, Milan Kundera e Ítalo Calvino, entre los autores más solicitados

El azul del Caribe y de la cubierta del último libro de García Márquez, El amor en los tiempos del cólera, inunda estas Navidades los escaparates de las librerías, tal como estaba previsto y preparado. Un librero ha vendido 400 ejemplares en una semana. Otros también han hecho su agosto en este diciembre destemplado, como El frío y La helada, de Thomas Bernard. Un público atraído por la tinta fresca y obligado a cumplir con el regalo navideño invade las librerías madrileñas. Autores de tinta fresca muy solicitada son Milan Kundera e Ítalo Calvino. "Lo más importante es que el público siga preguntando", dice Jesús Ayuso. En su librería se almacenan 137.000 títulos.

El primer escenario de una breve travesía a la búsqueda de libros es un establecimiento para niños en la que no hay ninguno. Yolanda Sánchez, una jóven con el pelo muy negro, es realista a la vez que optimista. Piensa, con la autoridad de quien está en la caja, que la razón de que hayan aumentado las ventas de libros infantiles estriba en que "ahora están muy bien hechos, por gente que sabe cómo atraer".Los éxitos imbatibles estas Navidades han seguido siendo La historia interminable y Momo, de Michael Ende. El éxito de los libros infantiles permite incluso la organización de especialidades, y no sólo las habituales clasificaciones por edad. En esta librería, por ejemplo, un cartel escrito a mano anuncia libros antibelicistas.

La segunda etapa del lector es una de esas pocas librerías con más de un piso, con estanterías altísimas que requieren pasillos adosados como puentes de barco, ascensores incluso y paneles indicativos con flechas y luces de colores.

Preguntas al librero

Allí acude una parroquia tan variada como la de un listín de teléfonos, y hombres armados custodian las puertas como si se tratara de un supermercado. Los estudiosos que van durante el año en busca del libro muy especial parecen haber huido ante una enorme avalancha que a la hora del cierre se impacienta ante la cola para pagar sus éxitos de venta, sus libros de arte, de caballos, de bergantines preciosos, de aviones: de regalos, muy probablemente destinados a ocupar un espacio al pie de un pino o bajo una servilleta junto a un roscón de Reyes.La tercera librería es aquélla tan conocida por quienes allí medían, a partir de los años sesenta, los límites de la libertad de imprenta. Jesús Ayuso, el propietario, es el hijo de un secretario de Menéndez Pidal que se retiró al campo para llevar a sus antiguos compañeros de tertulia.

Ayuso, también editor, estima que las nuevas tecnologías cambiarán la vida del hombre y del lector. "Lo más importante es que los clientes nos sigan preguntado a los libreros", dice. El que da grandes voces en ese momento es un escritor conocido, que se queja de que nadie le atienda, a él, viejo amigo. Para demostrarlo se dirige al librero y le abraza y, mientras tanto, éste intenta decirle a otro cliente que ya va a ayudarle a encontrar un libro de Eduardo Haro Ibars que es justo el que no aparece.

Ayuso selecciona sin vacilar los libros de las Navidades. Además del de García Márquez, La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera; Palomar, esas peculiarísimas reflexiones de Ítalo Calvino; y una curiosidad, Verso a verso, de Joan Manuel Serrat. Pero no puede continuar porque entra un viejo cliente con boina, con aire de llegar de viaje, y está empeñado en presentarle a un nuevo amigo. "Es un caribe", explica, y eso le da un aire de exotismo. El cliente ha encontrado al fin el libro de Haro Ibars, y sin ayuda.

La búsqueda termina de noche, en una de esas librerías situadas a la orilla de un restaurante, en el paso hacia una cafetería y un puesto de revistas, bajo otro piso en el que se alquilan vídeos. También se venden chocolates, estilográficas y llaveritos que encantan a las niñas.

Allí están los libros que se venden, o los que prometen. Ahí está Juego mortal, la novela de Larry Collins sobre espionaje en la II Guerra Mundial y las varias biografías de la moda Mishima; la nueva y excelente edición de El revés de la trama, de Graham Greene, y Merienda de negros, nevela de Evelyn Waugh que promete tanto como la no muy lejana ¡Noticia bomba!.

De Tolkien a Duras

Mientras suena una música de discoteca y le llega un vago olor de plato combinado, el lector se abre paso entre una clientela de noctámbulos que se dirigen al puesto de periódicos para leer las primeras ediciones de la Prensa del día siguiente, y escucha entonces a una chica con ojeras y abrigo de piel: "¿Sabes qué me gustó?. El Hobbit, de Tolkien".Su compañera es una muchacha rubia, que lleva una chaqueta de cuero magnífica y hace un vago gesto con la mano en dirección a otro libro: es el galardonado El amante, de la escritora francesa Marguerite Duras.

En la sección de comies se produce un hallazgo: Dossier Harding, de Rivière y Floch, línea clara de lujo, aunque a un precio asequible. Y en la sección de literatura extranjera, los clásicos de siempre, aunque sean cercanos, siguen en la primera fila: las hermanas Bronte, John Steinbeck, George Orwell..., lecturas adecuadas para el aprendiz de inglés de segunda generación que es ya el español.

El lector, sobrecargado de libros, unos en la mano y otros que se le han quedado en la memoria, ha de mostrar a la salida el justificante de compra.

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