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Ronald Reagan acusa a la Unión Soviética de incumplir los acuerdos sobre control de armamentos

Francisco G. Basterra

El presidente Ronald Reagan acusó ayer a la URSS, en un informe enviado al Congreso, de seguir incumpliendo los acuerdos vigentes sobre control de armamentos y de proseguir la modernización de sus misiles estratégicos, a pesar del compromiso para reducirlos adoptado en la cumbre de Ginebra. Los datos de este informe, que se realiza anualmente, servirán para decidir si EE UU continúa respetando los límites del Tratado SALT II, de limitación de cohetes estratégicos, que expira el 31 de diciembre. La Casa Blanca anunció ayer que EE UU seguirá cumpliendo el citado tratado, que nunca fue ratificado por el Senado.

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La única novedad del informe enviado al Parlamento reside en la denuncia de que la URSS está construyendo nuevos silos en dos bases de lanzamiento de cohetes, lo que sugiere que Moscú se prepara para probar el próximo año dos nuevos misiles intercontinentales, el SSX-26 y el S SX-27. El incumplimiento soviético de los acuerdos, señala Reagan, significa que "la URSS ha conseguido ventajas en las áreas de armas estratégicas, químicas y biológicas". El estudio admite que algunas violaciones son meramente técnicas y no resultan significativas desde un punto de vista militar."Todas las violaciones soviéticas deliberadas son igualmente importantes", asegura el informe presidencial, según el cual los "incumplimientos de obligaciones legales o compromisos políticos originan una grave preocupación sobre el compromiso de la Unión Soviética con el control de armamentos, y oscurecen la atmósfera en que se desarrollan las actuales negociaciones". El presidente no ha decidido aún responder a las supuestas violaciones soviéticas, que el informe señala que deben ser contestadas "porque podrían constituir un precedente para realizar en el futuro violaciones más peligrosas".

El informe reitera las viejas acusaciones contra el radar de Krasnoyarsk, en Siberia central, que viola supuestamente el tratado sobre limitación de defensas antimisiles (ABM), de 1972, y contra el despliegue del misil estratégico SS-25. Pero lo más preocupante para el Gobierno norteamericano es la ocultación, mediante el camuflaje de los silos, realizada por la URSS para impedir a los satélites espías saber qué tipo de misiles y de lanzadores se están utilizando. Sin estas fotografías, los expertos no pueden conocer el ancho y el diámetro de los silos (depósitos que albergan a los misiles), datos esenciales para determinar si los nuevos cohetes intercontinentales violan o no los acuerdos de control de armamentos.

El informe refleja un compromiso en el seno de la Administración y reitera la existencia de profundas divisiones sobre cómo negociar el control de armas nucleares con la URSS. El Pentágono no ha conseguido sin embargo que el informe hablara, como pretendía, de una .extensión" de las violaciones soviéticas.

Un sector del Gobierno, encabezado por el secretario de Defensa, Caspar Weinberguer, desea que Reagan utilice este estudio para anunciar que deja de respetar el SALT II, mientras que la línea más pragmática es partidaria de continuar cumpliendo lo estipulado en el tratado, a la vez que se responde proporcionalmente a las infracciones soviéticas. La próxima primavera, Estados Unidos deberá tomar una decisión ya que las pruebas de un nuevo submarino nuclear Trident le colocará por encima del techo de misiles permitido por el SALT II, a menos que desmantele cohetes más viejos.

El informe reconoce por último algunos datos positivos en la conducta soviética.

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