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Reportaje:

El proceso pacificador naufraga en Colombia

Una 'paz' con casi 2.000 muertos mina de raíz la política del presidente Betancur

A poco más de año y medio de la firma de los acuerdos de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla, la sensación de fracaso es unánime en los diferentes sectores, salvo para su impulsor, el presidente Belisario Betancur. En estos 18 meses de paz ficticia, la violencia se ha cobrado más de 1.700 vidas. De los cuatro grupos guerrilleros que firmaron acuerdos de alto el fuego, sólo dos lo respetan, otros dos lo rompieron, surgió un nuevo grupo guerrillero y, como contrapartida, un sector de una organización insurgente que nunca dialogó con el Gobierno decidió silenciar sus fusiles.

A los pocos días de asumir la presidencia de Colombia, en agosto de 1982, Belisario Betancur se destapó con una ley de amnistía, más amplia que la dictada por su predecesor, Julio César Turbay Ayala, e hizo público su deseo de conversar con las organizaciones armadas para lograr la paz en el país latinoamericano.Los primeros en recoger el guante lanzado por Betancur fueron las comunistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el mayor grupo guerrillero del país, con unos 7.000 hombres repartidos en 27 frentes militares. Las conversaciones entre los dirigentes de las FARC y la comisión de paz creada por el Gobierno cristalizaron en el acuerdo suscrito por Jacobo Arenas y Manuel Marulanda Tirofijo, máximos dirigentes de la guerrilla comunista, con los comisionados de paz gubernamentales. El alto el fuego se firmó el 28 de mayo de 1984 en la localidad selvática de La Uribe, al sur del país.

Los contactos de paz se hicieron extensivos a otros grupos guerrilleros, el Movimiento 19 de Abril (M-19), el Movimiento de Auto Defensa Obrera (ADO) y el Ejército Popular de Liberación (EPL). únicamente el Ejército Nacional de Liberación (ENL) se negó siempre a todo contacto con el Gobierno para discutir una tregua. Después de clandestinos encuentros en Madrid y México entre el presidente Betancur y los máximos dirigentes del M-19, Alvaro Fayad y el fallecido Iván Marino Ospina, esta agrupación insurgente firmó el alto el fuego el 24 de agosto de 1984. En esa misma ocasión se llegó a un compromiso con ADO. Un día antes suscribió el acuerdo el EPL.

Parecía abrirse una etapa de paz en Colombia, convulsionada durante 40 años de violencia política. Pero muy pronto se pudo apreciar el espejismo. Los guerrilleros se negaron a entregar las armas, y los militares, al día siguiente de la firma en La Uribe, recibieron una circular del actual ministro de Defensa, general Miguel Vega, en la que se ordenaba proseguir las acciones contra los insurgentes.

Volvieron a sucederse los enfrentamientos. Los guerrilleros aseguraban que eran atacados por el Ejército, mientras que los militares decían que la guerrilla no respetaba el alto el fuego. Ante esta situación el Gobierno decidió crear comisiones de verificación y control de los acuerdos, en las que se integraron representantes de las organizaciones guerrilleras, pero nunca miembros de las Fuerzas Armadas. Estos se negaron a formar parte de las instancias de supervisión.

Desde aquellos pactos de mayo y agosto de 1984: hasta este fin de año han caido muertos un millar de guerrilleros, 352 miembros del Ejército y policía y 320 civiles. Este es un balance aproximado de los enfrentamientos entre soldados y paramilitares por un lado, e insurgentes por otro, en tiempos que teóricamente eran de tregua.

Únicamente las FARC y el minúsculo ADO mantienen vigentes los 1 compromisos contraidos. Las otras dos organizaciones que firmaron el alto al fuego lo han roto. En junio de este año, el M-19 decidió desconocer la tregua porque Betancur "había sido sobrepasado por los militares" en su voluntad de paz. El EPL anunció el 30 de noviembre pasado que rompía el compromiso. Días antes de esa decisión fue asesinado por desconocidos en las calles de Bogotá el portavoz público de esta organización maoísta, Oscar William Calvo.

Este mes se ha hecho pública la existencia de una nueva agrupación insurgente, "Patria Libre". Hasta el momento se desconoce su filiación ideológica, pero la toma de un pueblo de 10.000 habitantes al norte de Colombia ha sido su carta de presentación en sociedad.

Discrepancias guerrilleras

Por otra parte, dos columnas del ELN, "Simón Bolívar" y "Antonio Nariño", decidieron en las últimas semanas acogerse al pacto ofrecido por el Gobierno y llamar a las demás organizaciones a deponer sus armas. Estos dos núcleos fueron considerados "traidores a la revolución" por el grueso del ELN, que no se sumó al alto al fuego. En esta organización, creada a comienzos de la década de los 60 bajo los influjos de la revolución cubana, militó el sacerdote guerrillero Camilo Torres, muerto en un choque con el Ejército en 1965.El escaso control de los mandos centrales de las organizaciones guerrilleras sobre sus hombres a lo largo del país y la negativa de las Fuerzas Armadas a pactar con los alzados en armas, emergen como causas centrales del escaso éxito del proceso de paz en Colombia.

Si bien los máximos dirigentes de las organizaciones guerrilleras salieron abiertamente a la vida política -lo que a algunos, como al comandante del M-19, Carlos Toledo Plata, les costó la vida-, la gran cantidad de pequeñas columnas diseminadas en diferentes áreas siguieron manteniendo enfrentamientos durante la tregua. Esto fue utilizado contra la guerrilla por los opositores al proceso de paz.

Las fuerzas armadas

Asimismo ha quedado demostrada la existencia de delincuentes comunes que, utilizando nombres de movimientos guerrilleros, practicaban el secuestro y la extorsión. También esta situación fue instrumentada en su favor por los enemigos de los acuerdos.El abierto desconocimiento por el actual ministro de Defensa de los acuerdos de paz al día siguiente de firmarse éstos no fue un incidente aislado, sino fiel expresión de la posición de amplios sectores de las Fuerzas Armadas colombianas frente a la guerrilla. Otro ministro de Defensa, el general Fernando Landazabal, dedicó todo un libro a demostrar que los guerrilleros no querían la paz, sino que los acuerdos eran una pausa para fortalecerse.

El fin del mandato de Betancur, que se cumplirá en agosto próximo, parece coincidir con el ocaso de su prestigio, erigido sobre el proceso de paz que él impulsó. La pérdida de control y autoridad sobre las Fuerzas Armadas, de las cuales es comandante supremo de acuerdo con la Constitución, es una sensación cada vez más extendida en los círculos políticos colombianos. Lo que le elevó, el camino pacificador, puede ser también el motivo de su caida.

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