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El cantante que vino de Italia

"Poesía y canción son dos cosas distintas", afirma Angelo Branduardi

Cuando la semana pasada Angelo Branduardi abrió el programa Fin de siglo, de la segunda cadena de Televisión Española, con la canción Alla fiera dell'est, era un cantante apenas conocido en España por un pequeño círculo de iniciados. Hora y media después, tras interpretar en directo nueve canciones y demostrar su polifacética personalidad como multiinstrumentista, cantante y compositor, el círculo de quienes saben de él se había ampliado sensiblemente, aunque probablemente ello no redunde en una popularidad inmediata ni en un espectacular aumento de las ventas de los tres discos que tiene editados en España.

Pablo Lizcano, director y presentador de Fin de siglo, le había presentado como uno de los cantantes más representativos de la Europa de los últimos años. Y tenía razón. Este milanés de 35 años, que comenzó con estudios académicos de violín para pasarse a la música popular tras una breve carrera de niño prodigio como solista e integrante de la Orquesta del Conservatorio de Milán, es una de las más recientes revelaciones musicales en toda Europa. Sus ocho discos editados hasta la fecha le han valido ventas millonarias en Francia, Alemania, Bélgica, Holanda y Suiza, además de Italia, y premios tan significativos como el especial de la crítica francesa en 1981, el de mejor artista en Alemania en 1979 o el de la crítica discográfica en su país en 1976.Sin embargo, en España sigue siendo casi un desconocido. "La música italiana se conoce tan poco en España como la española en Italia", y añade: "Sin embargo la estadounidense es conocida en su totalidad en ambos. Las razones son vanas: culturales, de falta de comunicación entre países que no obstante están tan cercanos y que comparten tantas cosas, e industriales. Las multinacionales mandan en él mercado y promocionan sus productos de origen, que son los que, lógicamente, más beneficios les rinden".

Nacido en 1950, sus años de adolescencia coinciden con varios fenómenos musicales de importancia que configurarían lo mejor de la canción italiana de las últimas décadas. El jazz y la música americana han llegado al viejo continente a lomos de los tanques Sherman para romper o enriquecer, depende de cómo se vea, viejas tradiciones; en Turín y Milán nacen, apadrinados por intelectuales como Cesare Pavese o Ítalo Calvino, que escribieron los textos de varias canciones, el Cantacronachi y el Nuovo Canzionero, movimientos resistenciales y antifascistas en los que velan sus armas cantantes y folcloristas para dar a la luz la nueva canción italiana, y la música comercial de Italia se abre paso en toda Europa de la mano de Domenico Modugno o Luigi Tenco. Ángelo Branduardi resume en su obra éstas y otras influencias para crear una música que a veces ofrece melodías de corte renacentista y otras se embarca en aventuras surgidas de la más moderna tecnología.

"Me resulta difícil racionalizar de dónde surge mi música. Hay cantautores a los que realmente admiro, como Frazicio d'Andre, pero en mis trabajos hay de todo. Creo que, en el fondo, toda la música popular de hoy viene de dos fuentes: de las raíces africanas, con su sentido de la polirritmia que se transmite hasta el rock, y de la melodía y la polifonía europeas".

Para Ángelo Branduardi, que además de sus propios textos ha musicado poemas de autores italianos y extranjeros, Neruda y Esenin entre ellos, la canción es un arte del siglo XX. "Poesía y canción son dos cosas distintas", comenta; "la poesía se puede musicalizar, cualquier poema que tenga una estructura rítmica puede convertirse en canción, pero entonces adquiere una autonomía distinta a cuando se ve en un libro. Se ha hecho desde siempre, pero es ahora, con el disco y los medios de comunicación, cuando la canción ha alcanzado la mayoría de edad artística".

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