El PRD aun no es un gran partido
Para el joven Partido Renovador Democrático (PRD), la derrota en las elecciones municipales significa el fin de unas ilusiones creadas por el espectacular resultado del 6 de octubre.Obligado a contar exclusivamente con sus propias fuerzas, sin el respaldo del jefe del Estado, Antonio Ramalho Eanes, que observó esta vez una neutralidad crítica en relación a las ambiciones del PRD, el nuevo partido quedó reducido a las proporciones que habían previsto en octubre los analistas, que no tomaron en cuenta el prestigio y la popularidad del presidente de la República: un modesto 5% del electorado.
Si era necesario hacer la prueba de que el PRD "será eanista o no será nada", esta prueba se realizó el domingo, y los dirigentes renovadores deben sacar rápidamente las conclusiones de la lección si no quieren encontrarse con otra derrota, tal vez definitiva, en las presidenciales.
La borrachera provocada por el 18% de - octubre hizo cometer un doble error al PRD: el de considerarse un gran partido y el de ser infiel a una de las posiciones fundamentales- del general Eanes, esto es, apoyar a los responsables de la Administración local, que gozaban, salvo raras excepciones, del respaldo de las poblaciones. El electorado, que había apoyado el PRD para cambiar lo que en opinión de la mayoría funcionaba mal (el Parlamento central), lo abandonó cuando quiso cambiar ayuntamientos que funcionan bien, fueran comunistas, socialistas o de derechas.
El presidente del PRD, Herminio Martinho, no perdió tiempo para denunciar el equívoco: el domingo por la noche subrayaba la estabilidad de la distribución del poder local y de las personalidades que lo administran desde hace más de 10 años y decía que había sido un error de su partido presentarse en muchos sitios contra alcaldes que habían dado prueba de eficacia y gozaban del respaldo de la mayoría del electorado local.
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