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CONCLUSIONES DEL SÍNODO

Las tesis de Ratzinger se imponen en el documento final

Juan Arias

La visión de los grupos alemán y polaco, en los que había participado el cardenal Joseph Ratzinger -y por tanto el pesimismo de fondo de dichos episcopados-, ha quedado sobre todo presente en el documento final aprobado por el sínodo extraordinario de obispos, que ayer fue dado a conocer a la Prensa. Dichos grupos ahogaron por una vuelta a la "teología de la cruz", afirmando que la Iglesia de hoy tiene miedo a dicha cruz. Se han ignorado todos los problemas de tipo concreto o laico que habían propuesto varios obispos, como el de los divorciados, el de los anticonceptivos, el de la deuda exterior de los países en desarrollo, el del desarme o el de la creación de un sínodo permanente con poder legislativo para resolver los problemas que hoy tratan el Papa y la curia romana.

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La idea del cardenal Ratzinger de que las conferencias episcopales no tienen un valor "teológico" sino sólo jurídico y se parangonan a la curia romana o a las visitas ad limina que los obispos hacen al Papa cada cuatro años ha prevalecido. También aparece la idea del prefecto del ex Santo Oficio de que la Iglesia "es mejor aceptada en los sitios en que es suprimida por una ideología totalitaria" que en el llamado primer mundo libre, "donde apareje con bastante frecuencia", afirma el texto, "una desafección hacia la Iglesia". El presidente de la Conferencia Episcopal española, Gabino Díaz Merchán, había pedido que desapareciese la frase porque podía dar la impresión que la Iglesia prefiere los regímenes totalitarios.Un obispo hizo, sin embargo, que se añadiera que no sólo en los países del totalitarismo la Iglesia parece viva, sino también "donde eleva su voz contra la injusticia social".

Ha quedado en el texto también la condena del pluralismo en la Iglesia, al que se contrapone la idea de "pluriformidad", calificando el pluralismo de algo que conduce "a la disolución, a la destrucción y a la pérdida de identidad".

Berlinguer y Moscú

A propósito de este cambio de pluriformidad por pluralismo, a este corresponsal, que había escrito días atrás que al difunto Enrico Berlinguer, secretario del Partido Comunista Italiano, el diario soviético Pravda le había cambiado en una entrevista también la palabra pluralismo por la de pluriformidad, ayer le telefonearon de la dirección del partido comunista en nombre del actual secretario, Alessandro Natta. Tras haber confirmado la noticia, el comunicante añadió con sentido del humor: "Al año siguiente, sin embargo, Berlinguer obtuvo que le publicasen en Moscú el texto con la palabra pluralismo. Espero que el sínodo consiga lo mismo en la próxima sesión".El texto de la relación recoge también la llamada que habían hecho los alemanes y franceses para un retorno al concepto de Iglesia como "misterio", mientras olvida el concepto más revolucionario del concilio, de Iglesia como "pueblo de Dios". Expresa igualmente el deseo de que se intensifique el valor de lo "sagrado" en la Iglesia para hacer frente al asalto de las sectas.

Por lo que se refiere al modo de relacionarse la Iglesia con el mundo al interpretar los nuevos signos de los tiempos, el documento no ha encontrado nada de positivo en el mundo de hoy, fuera de "una nueva hambre y sed de divino". En todo lo demás la visión que ofrece el mundo es negativa y cargada de pesimismo.

La decisión de redactar, desde Roma, un catecismo universal como pauta para todos los demás manuales de doctrina dogmática y moral ha quedado íntegra en el texto y constituye quizá la mayor victoria del ala conservadora. Aunque, al parecer, fue éste el punto que obtuvo mayor número de votos negativos.

A la pregunta -durante una conferencia de prensa celebrada en el Vaticano ayer por la mañana- al secretario permanente del sínodo, el arzobispo belga Jan Schotte, sobre si en 20 siglos la Iglesia carecía aún de un catecismo válido, el orador no supo responder, y afirmó que no era materia de su competencia.

Además, Schotte criticó las "interpretaciones fantasiosas" que alguna Prensa había dado del sínodo, en el cual, dijo, "no hubo litigios y el consenso fue creciendo gradualmente". En el texto ha permanecido la alusión al demonio y al "misterio de la iniquidad" que se revuelve contra la Iglesia y que algunos padres habían pedido que se suprimiese.

El documento niega que la vuelta a la teología de la cruz sea un factor de pesimismo y no de "realismo", y dedica sólo siete renglones al problema de la mujer.

Al final del texto se reafirma "la opción preferencial pero no exclusiva" de la Iglesia por los pobres, y se añade que pobreza es también la falta de espiritualidad y de libertad religiosa.

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