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Un gran catalizador de Occidente

A los 70 años, una buena edad para morir, abandona ese mundo pecador uno de los pocos suizos universales de nuestro tiempo. Fundador con Ermmanuel Mounier del Movimiento personalista, teórico del amor cortés (en su libro más famoso, El amor y Occidente), apostol de los "Estados Unidos de Europa", filósofo esencialmente antitotalitario, autor de más de 30 libros, Denis de Rougemont ha sido, sin embargo, una figura relativamente desconocida por el gran público. De aspecto vital y vigoroso, grandes cejas y expresión irónica, Denis de Rougemont estimaba que había una relación secreta entre los temas de sus libros. Recuerdo una conversación de 1971:Pregunta: "¿No teme usted que los europeos sean demasiado diferentes, entre sí, para constituir una unidad política?.

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Denis de Rougemont, filósofo

Respuesta: ¿No teme usted que los hombres y las mujeres sean demasiado diferentes, entre sí, para formar una pareja?"

De este modo establecía De Rougemont su ecuación de base, con resonancias explícitamente heracliteanas: la unión de los antagonismos. Por esto defendía una federación europea constituida más sobre las diferencias que sobre las similitudes, y por esto se ocupó del amor humano en un libro memorable donde explicaba las dificultades de amar al otro en tanto que otro.

El amor pasión

El amor y Occidente, compuesto en 1938, se ocupaba de uno de los inventos más extraordinarios, y extraños, de la cultura occidental: el amor pasión. Aunque la mayoría de los europeos y norteamericanos no hayamos leido la historia de Tristán e Isolda, su trasfondo mítico ocupa nuestras mentes, nuestros hábitos amorosos, los guiones de Hollywood, la historia entera de nuestra literatura. Gracias a ese mito y a esa literatura, nosotros los occidentales amamos como amamos -e, inevitablemente, nos divorciamos como nos divorciamos. ¿Cuántos hombres y mujeres se sentirían "enamorados" si no hubiesen oído hablar de esa clase especial de amor, precisamente el amor pasión? Según De Rougemont, no hay, rastros de tamaño mito en otras culturas. Asia lo ignora. Lo que más se parece al verbo amar en chino, es la palabra que designa la relación entre madre e hijo. De ahí que la crisis del matrimonio sea algo muy específicamente occidental. Con el concepto pasional del amor, el matrimonio está condenado al fracaso. Porque el origen de este sentimiento inventado por los trovadores europeos del siglo XII es, en última instancia, místico. "La historia del amor pasión -escribe el autor- es el relato de las tentativas cada vez más desesperadas que hace Eros para reemplazar una transcendencia mística por una intensidad emocional".

Pocas veces un ensayo ha sido tan glosado y celebrado como lo fue El amor y Occidente. De él se ocuparon, y con él dialogaron, personajes tan diversos como Gabriel Marcel, Marshall McLuhan, Jean Paul Sartre, Gustave Thibon, Alan Watts, Albert Beguin y Saint-John Perse. Entre muchos otros, claro está.

Pero ya digo que Denis de Rougemont no fue sólo el gran teórico del amor-pasión en un libro donde, casi por primera vez, se utilizaban recursos procedentes de disciplinas tan distintas como el psicoanálisis, la, historiografía, el marxismo, el documentalismo literario, la sociología -lo que hoy llamamos estudio interdisciplinario-; Denis de Rougemont fue también el precursor y el gran teórico de eso que tanto nos concierne, y que no acaba de salir de sus balbuceos posnacionalistas: la Europa federal y unida. Un tema al cual dedicó, como mínirrio, media docena de libros, entre ellos The heart of Europe (1941), L`Europe en jeu (1948), Les chances de VEurope (1962), Lettre ouverte aux européens (1970) y Sur l'état de I'union de l'Europe (1979). Los últinios años de su vida los dedicó, con mucha intensidad, a esa causa. Tal vez por su condición de ciudadano suizo (uno de sus libros se titula La Suisse ou l'histoire dun peuple heureux) comprendía mejor que otros las posibilidades reales de un federalismo continental. Ya en 1949 fundó y dirigió, en Ginebra, el Centro europeo de la cultura, siendo luego profesor en el Instituto Universítario de Estudios Europeos y presidiendo no pocas organizaciones encaminadas a ese mismo proposito.

Pudiera decirse que Denis de Rougemont, primero a través del movimiento personalista (ese resplandor que iluminó a la castigada Europa entre las sombras de dos guerras atroces), luego con sus estudios sobre el amor y, finalmente, con su dedicación a la causa europeísta, ha sido ante todo un gran catalizador. Sus ideas se encuentran hoy esparcidas por infinidad de textos, actitudes, esperanzas. Lo menos que le debemos es un incodicional homenaje póstumo.

Salvador Pániker es filósofo y editor.

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