El presidente de Egipto da marcha atrás en sus amenazas contra Libia
Egipto, cuyo Gobierno amenazó varias veces a Libia tras el secuestro de su avión civil hace 10 días, dio ayer la impresión de dar marcha atrás cuando el presidente, Hosni Mubarak, afirmó que su país "no combatirá nunca a otro país hermano, árabe o africano". El Gobierno da así a entender que no tenía intención de desencadenar una guerra contra su vecino libio.
El jefe del Estado egipcio no hizo directamente esta declaración sino a través de su ministro del Interior, Ahmed Rochdi, que citó estas palabras suyas ante la conferencia de ministros del Interior de Estados miembros de la Organización de la Unidad Africana, reunidos en El Cairo para profundizar su cooperación en materia de lucha anticriminal.Aunque el rais reconoció que las tropas destacadas a lo largo de la frontera occidental con Libia habían recibido refuerzos, hizo hincapié en que esto se debía "únicamente" a la necesidad de "hacer frente a todas las eventualidades". Mubarak sugirió así que Trípoli, al tiempo que fomentaba el desvío del aparato Boeing de Egypt Air, podía intentar también llevar a cabo una operación de desestabilización a través de la frontera común.
En el mismo tono apaciguador se expresó el jefe del Estado Mayor, general Ibrahim el Oraby, a su regreso de las maniobras militares Victoria número 6, desarrolladas en el desierto occidental. El general descartó cualquier relación entre su desplazamiento y "los actuales acontecimientos". "Las unidades que participaron en ellas", añadió, "habían sido desplegadas una semana antes del secuestro".
Desde que fue secuestrado el aparato de Egypt Air, las divisiones desplegadas en el oeste del país han recibido refuerzos hasta alcanzar los 100.000 hombres, mientras eran puestas en estado de máxima alerta. Los dirigentes egipcios, incluido el propio Mubarak, hacían al mismo tiempo declaraciones ambiguas sobre sus intenciones para con el régimen del coronel Muamar el Gadafi.
Aspecto positivo
El aumento de la tensión entre El Cairo y Trípoli ha tenido, para esta última capital por lo menos, un aspecto positivo al haber provocado un estrechamiento de sus lazos con Damasco. Coincidiendo con la tirantez egipcio-libia, el vicepresidente sirio, Abdel Halim Jaddam, efectuó a principios de semana un viaje de 24 horas de duración a Trípoli para entregar a Gadafi un mensaje del presidente Hafez el Asad relacionado, según la agencia de Prensa siria Sana, con "la conspiración a la que tiene que hacer frente Libia y con el apoyo total que le brinda Siria". "Mi país", declaró Jaddam durante su estancia, "ha decidido poner todas sus capacidades al servicio del pueblo libio".
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