Un viaje a España

Después de un viaje de casi un mes por su país, y siendo lector asiduo de EL PAIS, siento mi obligación como consumidor y turista de hacerles llegar mi opinión e impresiones sobre mi viaje a España. Con mucha ilusión comencé estas vacaciones al país que, debido a mi origen (uruguayo), consideré un poco la vieja patria. Este viaje me ha servido para darme cuenta finalmente de lo desgastado de este cliché, una falacia que se limita al campo de la retórica y se refleja solamente a nivel de visita de jefes de Estado (Alfonsín y Sanguinetti, en España; el rey Juan Carlos, en Argentina y en Uruguay): entonces sí salen a flote Iberoamérica, nuestra historia, lengua y hasta he oído hablar de religión comunes. Ha sido mi experiencia que a diario y a nivel popular no se refleja por parte de los ciudadanos españoles más que un menosprecio a priori por los ciudadanos de Latinoamérica.Al reclamar al controlador de Renfe (y traicionado por mi acento suramericano) que yo había adquirido mi billete en los asientos para no fumadores y al ver que en los asientos reservados para tales personas el 90% de los ocupantes fumaba, el señor respondió a mi reclamo con una pregunta y un comentario que sinceramente no venían al caso: "¿Es usted suramericano? Si en su país no tiene derecho a reclamar, ¿por qué cree tenerlo aquí?". Tuve que hacer la aclaración al señor, acongojado por el complejo de inferioridad

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que él suponía que yo debía sentir, de que yo era ciudadano holandés, pero que, aunque hubiese sido suramericano, habría reclamado igualmente. Y ése no fue el único xenófobo que cruzó mi camino.

Y ahora mi reclamo como ciudadano de los Países Bajos; durante la visita de nuestra soberana, la reina Beatriz, en un discurso en El Escorial se habló de la tiranía de Felipe II y de sus errores, como responsable indirecto de matanzas en nuestro país, y del duque de Alba, responsable más directo de tales matanzas, etcétera, etcétera. Nosotros recibimos estas palabras como gesto reconciliatorio, la aceptación española de sus errores históricos. Cuál no sería mi sorpresa al llegar a Madrid y ver carteles anunciando actos de desagravio a los héroes españoles Felipe II y el gran duque de Alba. ¿No aprenderán ustedes nunca una lección de humildad?

En resumen, ¿no deberían sentir los ciudadanos españoles cierta solidaridad con los ciudadanos latinoamericanos, en vista de sus vínculos históricos, lengua, y hasta situación económica y social similares? Esa solidaridad existe aquí, en Europa, además de una gran admiración por escritores como García Márquez, Borges, Onetti, etcétera, por los cuales también existe interés en la lengua castellana, teniendo en común con ellos solamente nuestra humanidad.

Termino con una pregunta: ¿por qué llaman ustedes al continente americano "Iberoamérica"?; de esa manera se excluye el aporte al continente de la gran República Italiana. ¿No sería preferible llamarle "Latinoamérica"?-