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La 'cumbre' de los 'doce' aborda hoy una reforma poco ambiciosa de la CEE

Los jefes de Estado y de Gobierno de los doce se reúnen hoy y mañana en Consejo Europeo en Luxemburgo para debatir, por primera vez en 28 años, una reforma de la CEE. La creación de un verdadero mercado común en el horizonte de 1992, la reforma de las instituciones comunitarias, con un mayor protagonismo del Parlamento Europeo, y la puesta en marcha de nuevas políticas comunes son los ejes del debate. Toda enmienda al Tratado de Roma ha de ser aprobada por unanimidad, lo que hipoteca de antemano el éxito de esta cumbre.

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Los titulares de Asuntos Exteriores concluyeron ayer su cónclave preparatorio con ligeros progresos en la búsqueda de fórmulas de consenso basadas en un posible mínimo denominador común. "Pero sin Papa", señaló el italiano Gitilio Andreotti. Aunque también sin sentimiento de crisis.Los más reacios a toda reforma del tratado son los daneses. Al otro lado están italianos y belgas, que quieren una verdadera transformación de la CEE. El bloque europeísta se está quedando diezmado. Holanda considera que no hay bases para un acuerdo presentable y llegó ayer a hablar de un pacto al estilo SALT II, el convenio sobre limitación de armamentos entre EE UU y la URSS que nunca fue ratificado pero que sigue vigente. La reforma sería así un pacto de caballeros que sólo vincularía a los que lo acepten.

Existe la posibilidad de firmar una reforma sin contenido real, pero que permitiría salvar formalmente la cara ante el compromiso adquirido. O que todo se remita a la próxima cumbre.

La clave de la discusión está en la creación de un verdadero mercado interior en la CEE sobre cuya definición ni siquiera hay acuerdo. Las trabas arancelarias han desaparecido, pero se mantienen otras barreras nacionales como las de fiscalidad indirecta y las normativas técnicas, que impiden el establecimiento de una economía de escala en Europa para competir con EE UU y Japón.

Hasta ahora, las decisiones en estas materias, requerían la unanimidad de los miembros de la CEE. Se trata de implantar la regla de la mayoría en algunos campos como la liberalización de los servicios, capitales y mercancias, y muy especialmente el de las trabas técnicas. Pero las excepciones propuestas superan en número la regla general que se quiere implantar. Dinamarca, y en menor medida la RFA, se niegan a rebajar sus más altas normas de calidad; el Reino Unido e Irlanda quieren mantener su estatuto fitosanitario insular; los países más atrasados, entre ellos España, piden plazos para adaptarse a las normas comunes y ayudas en base a su menor grado de desarrollo. En todo caso, el ministro Francisco Fernández Ordóñez destacó que cualquier nuevo acuerdo respetará lo pactado en el Tratado de Adhesión.

La regla de la unanimidad se mantendría en muchos campos: la fiscalidad indirecta y la libertad de circulación de las personas (en razón del terrorismo y la lucha contra la droga).

Los países más atrasados, como España, Irlanda, Portugal y Grecia, apoyan la idea de un gran mercado, pero piden a cambio una autentica política de solidaridad para corregir los desequilibrios regionales.

En cuanto a la plasmación jurídica en el tratado del Sistema Monetario Europeo (SME), la RFA y el Reino Unido mantienen su oposición. La solución parece estar en incluir este tema en el gran preámbulo, no vinculante, que daría cobijo a la reforma y al nuevo Tratado de Cooperación Política.

Competencias del Parlamento

Aún persisten problemas en cuanto a la referencia a la UEO (Unión de Europa Occidental) y la Alianza Atlántica en el contexto de la cooperación en materia de seguridad. España está interesada en que así sea. Irlanda y Grecia, no.

La necesidad de dotar de mayores poderes reales al Parlamento Europeo, planteada por Italia y el Benelux, se enfrenta a algunos países no dispuestos a recortar las competencias de sus Parlamentos nacionales.

Esta reforma no tocará la ley no escrita de la CEE -el Compromiso de Luxemburgo de 1966- que permite a una nación el recurso al veto para defender un interés nacional. El enfrentamiento entre maximalistas y minimalistas deja poco margen de maniobra. Sobre todo porque, según fuentes británicas, "se mantiene un amplio consenso entre el Reino Unido, la RFA y Francia". Los grandes tienen poco interés en que prospere una reforma que limite su poder de decisión. Ningún tema importante de la CEE -ampliación, cheque británico, etcétera- se ha resuelto en una única cumbre. Sería un milagro que esta vez así fuera.

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