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La novelista italiana Elsa Morante muere en Roma a los 67 años

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La novelista italiana Elsa Morante falleció ayer, poco después de la una de la tarde y tras una larga enfermedad, en una clínica de la capital italiana. Contaba 67 años de edad. Considerada como una de las más grandes escritoras italianas contemporáneas, llevaba hospitalizada desde mayo de 1983, tras sufrir una intervención quirúrgica en el cerebro, y estaba desde entonces prácticamente inmóvil.

Novelista de la infancia y de la inocencia maltratada, Elsa Morante nació en 1818 en Roma y era hija de maestros. Estuvo casada con el también escritor Alberto Moravia, de quien se separó, tras 20 años de matrimonio, al principio de la década de los sesenta.Desde entonces vivió casi en solitario, recluida en su apartamento, sin recibir a amistades más que en raras ocasiones. A los periodistas solía contestarles: "Estoy entera en mis libros. No doy jamás reportajes". Cercada por la enfermedad y su consecuencia -la decadencia física e intelectual-, intentó suicidarse en 1983, después de una operación de cerebro.

Tras un primer libro de cuentos, El juego secreto, conoció muy joven la fama con Mentira y sortilegio, publicada en 1948, y La isla de Arturo, en 1957. Ha cultivado también la poesía, pero su mayor éxito ha sido La historia, relato paralelo, durante la II Guerra Mundial, de una institutriz romana y de su hijo.

Ultima novela

Aracoeli (1983), su última novela, es la historia de la humillación , la soledad y la miseria moral. Comienza con los acentos de la pasión y desciende "hasta la fábrica tenebrosa del cuerpo", disecando la decadencia de una madre que engendra un niño complejo que pasará su vida buscando un rechazo de la realidad.

Elsa Morante ha sido descrita por su traductor francés, Jean NoëI Schiffano, como "una novelista de instinto, que escribe con la piel". Alberto Moravia ha reconocido en la que fue su compañera "una capacidad extraordinaria de conseguir una atmósfera fantástica, mágica, irracional, que abraza a toda la sociedad con una gran penetración psicológica".

"Me hubiera gustado tener hijos", declaró Elsa Morante en mayo de este año a un periódico de Montevideo. "Como no puedo alcanzar la santidad", dijo, "sólo tres cosas han contado y cuentan para mí: el amor, los niños y los gatos... Los hombres que más he amado eran niños con ojos de gato siamés. Desde mi primera infancia, mi vida está hecha de fuegos infernales, de juegos infernales. En Roma, donde nací, mi padre era instructor en una casa de corrección, que era llamada la casa dei discoli, la casa de bribones..., pobres niños encerrados, no malos, sin embargo... Y yo, a los dos años y medio, me enamoré de uno de esos bribones que tenía nueve años. Era para mí el paraíso... y el in, fierno: en amor, el paraíso, y luego no se sabe más y se cae en el infierno...".

"Un poema del gran poeta napolitano Salvatore di Giacomo", siguió diciendo la escritora, "cuenta la historia de una niñita que, a pesar de todas las advertencias de su abuela -'Atención, Ninette, todos los hombres son infames'-, deja quebrar los huevos y hace, ¿cómo se dice?, la tortilla... El paraíso y el infierno... Ninguno de mis personajes está tomado directamente en mi constelación familiar, salvo la abuela de Mentira y sortilegio, que es precisamente mi abuela materna. Ella se apagó así, llena de silencios y de dolores, y no pedía, sentada en su rincón, con el acento septentrional, más que pan y agua".

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