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RELIGIÓN

Juan Pablo II analiza con empresarios europeos la responsabilidad de la Iglesia en la economía mundial

Juan Arias

El papa Juan Pablo II ha analizado en el Simposio internacional Iglesia y mundo económico: corresponsabilidad para el futuro de la economía mundial el papel de la Iglesia católica en un mundo caracterizado por la crisis económica. En el simposio, que se celebra estos días en Roma, participan, junto con cardenales de la curia, importantes banqueros y hombres de negocios de los países europeos más ricos. Juan Pablo II afirmó ayer que la Iglesia no puede ofrecer recetas concretas para solucionar los problemas de la economía mundial.

El simposio ha sido organizado por el Consejo para los Seglares del Vaticano, la Fundación Konrad Adenauer (alemana occidental) y la Federación Internacional de Universidades Católicas. Entre los asistentes predominan los empresarios alemanes. Además del Papa, han intervenido ya las dos mayores personalidades eclesiásticas del Vaticano: el secretario de Estado, cardenal Agostino Casaroli, y el ex prefecto del ex Santo Oficio cardenal Joseph Ratzinger.La clave del simposio la ha ofrecido la intervención del cardenal Joseph Ratzinger. Con una extraordinaria erudición y dominio de los planteamientos filosóficos, Ratzinger analizó los dos grandes sistemas económicos mundiales: el capitalismo y el marxismo. Habló de estos temas a la luz de los graves problemas que plantean hoy los pueblos del subdesarrollo, con su ingente deuda exterior, con el peligro para grandes empresas multinacionales y para muchos bancos europeos de que dichas deudas puedan ser bloqueadas y, sobre todo, con el peligro de que la enorme ayuda económica ofrecida por las iglesias ricas, como por ejemplo la de la RFA, pueda acabar por favorecer en el Tercer Mundo a regímenes de inspiración marxista.

Capitalismo salvaje

Ratzinger expuso ante banqueros y grandes empresarios -entre ellos el responsable mundial de la multinacional Nestlé, con fuertes intereses en el Tercer Mundo- "que ha sido a veces un cierto capitalismo salvaje lo que ha motivado las revueltas de tipo marxista en el Tercer Mundo".El cardenal responsable de la Congregación para la Fe se preguntó, frente al mundo de la gran finanza mundial, cuál puede ser el papel de la Iglesia en este momento en la búsqueda de nuevos sistemas que impidan, por una parte, que el gran mundo de los pobres caiga en manos de los sistemas centralizados del comunismo, y que, por la otra, favorezca un verdadero desarrollo humano.

Juan Pablo II, Ratzinger y Casaroli insistieron en que la Iglesia no puede ofrecer en este campo "recetas concretas", y que lo importante para la Iglesia es que, a través del desarrollo económico, el hombre pueda liberarse no sólo del hambre, sino también "de sus otras cadenas de esclavitud, especialmente de las cadenas morales"

El Papa ha resaltado más la importancia del deber que tiene la Iglesia de "ayudar a la formación y educación de las conciencias de las gentes del Tercer Mundo" y en la "paz espiritual" que debe ser inherente a cualquier sistema de desarrollo económico. Dijo también ayer Juan Pablo II que "un cristiano y cualquier hombre de buena voluntad no actúa sólo para la resolución de los problemas económicos, sino también y siempre para la justicia y para una mayor humanidad para todos".

Casaroli, que al parecer se había resistido a participar en este simposio larvadamente antimarxista, se limitó a citar sólo el Concilio, y puso en guardia sobre la tentación de "fáciles ilusiones y utopías", afirmando que el cambio de un orden económico mundial sólo se puede conseguir "por grados y con un gran empeño de diálogo común".

La preocupación de fondo de quienes han organizado y subvencionado este simposio es la de buscar soluciones para frenar el desarrollo de proyectos demasiado "nacionalistas" en el Tercer Mundo, hostiles a la política de las multinacionales y, sobre todo, del peligro de un contagio marxista ante la gran presión de los pueblos que sufren hambre.

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