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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Elogio de la soledad

Para acercarse al espectáculo de Pina Bausch es indispensable operar en nuestros conceptos de danza-teatro una pequeña revolución doméstíca, o quizás mejor, que el revulsivo de la convencionalidad haga efecto después de ver 1980. La obra está llena de posibles y válidas lecturas, de ahí su universalidad, el poder catalizador de Bausch al reunir, por ejemplo, las regresiones de algunos bailarines hasta hacer un acto de constricción colectivo.Desde la reflexión sicoanalítica hasta el teatro de la crueldad, pasando por un absurdo muy estilizado, todos los modos escénicos actuales están en 1980, y como en toda su obra las influencias se convierten en una lección magistral de buena asimilación. Sin ir más lejos: Fellini. Hay más de un momento donde el cadencioso armonio completa una atmósfera de desencanto con añoranza, la inactividad de los actores-bailarines mirando el hueco de un pasado sobre el que no queda otra versión que la fantasía.

1980

Pina Bausch. Tanztheater de Wuppertal. Coreografía: Pina Bausch. Mercat de les Flors, Barcelona.

Sin pretensiones de teatro total, 1980 llega a absorber varias disciplinas escénicas con un resultado novedoso y tan pulido que no se notan las mezclas, en una especie de fresco desgarrado que de algu: na manera compete a todos: pre. conización de la vejez, los miedos al mundo exterior y a la decadencia física, la incapacidad moral para superar la cotidianeidad, temores somatizados y soledades corrompidas. La escena está poblada muchas veces por esferas aisladas que suenan con voz particular, estableciendo la comunicación entre bailarines-actores a través de la tercera relación: el espectador.

Claves y signos

El rito del pequeño burgués enajenado con sus propias limitaciones es satirizado con una acidez despiadada en el personaje de Sylvia Kesselheim, donde luce su capacidad histriónica. Su pasado de eminente bailarina clásica pervive secretamente bajo los excesos verbales y las gesticulaciones. Anne Martin tiene a su cargo los tres solos danzados. La fuerza de su baíle es cerrada e intensa, consiguiendo con las rápidas evoluciones dar una dimensión justamente humana a la angustia que sobrevuela todo el espectáculo en tono de farsa, porque 1980 es un juego farsante en la cuerda floja y el límite de resistencia, siempre al final de un callejón con salida, pero muy estrecha. Lutz Forster, el narrador principal que sirve el té, ha vuelto a Wuppertal sólo para estas presentaciones, su madurez y su ironía son fundamentales en el tono de la obra y eso justifica el interés de Bausch en su presencia.La referencia a un paradisíaco entorno (el césped, el venadito disecado), por demás imposible, es parte de esa ironía y escepticismo puesto por Pina a todos sus montajes. El decorado pasa de escenario ideal a testigo activo de la tragedia. La clave de humor unida al drama existencial extraído de los bailarines, tensa el hilo conductor de las miniaturas que componen 1980.

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