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Del lado de acá del Misisipí

¿Qué hay entre Europa y Asia? Estamos construyendo Europa con la conciencia clara de dónde termina y conocemos muy bien los límites de Asia, pero los más curiosos de entre nosotros han descubierto una zona oscura entre ambos continentes que aún no se sabe si es otro mar tenebroso, la localización geográfica del infierno preconciliar, el paraíso inaccesible trasladado a ese lugar desde la Mesopotamia en brazos de las condiciones objetivas, el gran imperio oscuro, la nada armada o simplemente el retrato simbólico y confuso de nuestras divididas conciencias colectivas. Porque si, como recientes estudios demuestran, Europa acaba geográficamente donde termina la influencia del Misisipí, ¿qué hay del lado de allá del Misisipí?No ha terminado el tiempo de los navegantes ni el de los descubridores. Más allá del Misisipí, en zonas que geógrafos primitivos llamaron también Europa por extensión y cierta vagancia superestructural, hay una larga extensión de materia, posiblemente en plena: glaciación, que carece de nombre. ¿Por qué además de construir Disneylandia no se reconstruyen en Europa esas ciudades imaginarias, más o menos del tiempo de los gnomos, los troll y los knoker, como Praga o Budapest, tal y como las describen los legendarios relatos? ¿Por qué no se avanza hacia más allá de nuestras fronteras europeas a conocer otros mundos e incluso, por qué no, a colonizarlos y evangelizarlos viendo el estado de postración en que se nos han quedado ya aquellos pueblos con los que lo practicamos antes?

Lo que me parece un intento de distraernos de las investigaciones que plantean estas dudas científicas sobre las tierras ignoradas, sin nombre ni descripción concreta, es la permanente utilización por parte de los políticos de esos lugares desconocidos. Pretenden que más allá del Mis¡sipí existen otros mundos que están en éste, parafreseando a Éluard, ocupados en sumirnos en permanente desazón. Los más ávanzados investigadores aseguran que más allá del Misisipí existe lo que en su lenguaje llaman el otro bloque. La teoría de los bloques, caída en manos de los planificadores y tecnócratas, ha degenerado en un a hermosa fábula que ahora se agita para conseguir no se sabe qué oscuros favores populares. Se dice, aunque no está claro de si se trata más de falta de conocimientos y exceso de superstición que de ciencia, que a cada lado del Misisipí existe lo que se llama un bloque. Un bloque formado por un país importante o célula-madre y un número variable de países menores, llamados satélites o aliados según la perspectiva. Las decisiones importantes se toman conjuntamente y así la soberanía es compartida, tanto en el terreno militar como en el económico y otros muchos, entre todos los países firmantes del acuerdo. Pero resulta, dicen los contradictores de tan hermosa historia de solidaridad y soberanía compartida, que los países menores no comparten, sino que ceden. Y así recuerdan, en sus ejemplos, que cuando al país poderoso del lado de allá del Misísipí le conviene, invade a sus propios aliados, a un país llamado Afganistán, e incluso, como dicen los más castizos de los escépticos, "a Dios y su padre". Y además utilizan las bases que tienen en los países amigos para imponer su soberanía particular.

Al lado de acá del Misisipí sucede lo mismo. Cuando la célulamadre lo decide utiliza las bases colectivas, en Italia mismo, para perseguir a sus enemigos particulares. Y el país asociado tiene que aceptar que sus propios soldados sean cercados por soldados ajenos que no disparan porque no les da la realísima gana. Este bloque, llamado la OTAN,

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Del lado de acá del Misisipí

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se ha creado para frenar al otro -que, por cierto, se fundó después-, designado en las cartografias expertas como el Pacto de Varsovia. Pero, ¿qué. es Varsovia, dónde está Varsovia, que no es Asia ni mucho menos Europa -pues nosotros ya estamos en Europa y no estamos en Varsovia-, sino que se encuentra sumergida en ese mar brumoso de la nada preexistente? Si hay que estar en la OTAN para hacer frente a la amenaza que supone la masa, el mármol frío, o como se llame el oponente sin apelación geográfica controlada, pero los norteamericanos la utilizan para resolver sus asuntos sin consultar al pariente próximo y utilizando su casa sin pedir permiso, ¿se supone que la OTAN es la célula-madre más los subproductos de las antiguas soberanías nacionales?

La teoría de la soberanía com partida es una hermosa historia de cooperativismo militar, fraternidad política, comunión ideológica, identificación cultural y acuerdo económico que se empieza a resquebrajar en el momento en que el más poderoso utiliza los medios de todos, el fondo común, el escote militar, para imponer sus criterios; cuando utiliza las bases militares de todos para sus guerras propias; cuando limita las economías ajenas en razón de sus propias necesidades; cuando impone y no comparte. En ninguno de los bloques la soberanía de los aliados tiene el mismo peso que la del país dirigente. Se crea una jerarquía de países en la que la soberanía compartida queda relegada a una soberanía delegada. La capacidad de disponer a quién se vende y qué, a quién se bombardea y por qué, está reservada en los dos bandos a la célula-madre. Y convertir un sistema de relaciones en un sistema de dependencias es el primer paso para agravar los problemas, no para empezar a resolverlos.

Ante la expectativa promovida por los últimos hallazgos en materia de bloques, su enfrentamiento y equilibrio, las preguntas a los ciudadanos perplejos deben hacerse con claridad. Si no hay, más remedio que depender de un protector, se elige uno o se acepta al otro. Es una buena proposición de partida que la opinión posiblemente entendería. Pero también hay más preguntas que hacer: ¿se puede vivir sin protector? ¿Se puede cooperar con esa Europa que termina en el Misisipí sin necesidad de tener que unirse a ella en la desgracia, ya que se aceptó hacerlo en la felicidad? Porque lo de a las duras y a las maduras es una cansada frase limitada ya a intentar mantener medio vivos a muchos matrimonios que se desangran, pero no es necesariamente el lema político que una sociedad mayor de edad puede apetecer. Teniendo en cuenta sobre todo lo que significan las maduras. Por ejemplo, y sin exagerar demasiado, que Reagan fuerce una crisis de gobierno en Italia oficiando de disparador un italiano.

Tremendas dudas las del europeo que vive del lado de acá del Misisipí. ¿Se queda donde está y pase lo que pase, se aleja él o aleja el río? Estas son, sin embargo, polémicas de gentes con escaso rigor científico. En este momento; lo verdaderamente importante es saber qué existe entre Europa, que somos nosotros, y Asia, que sabemos muy bien quiénes son.

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