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González: "Queremos ser protagonistas de la construcción de una Europa más unida política, social y culturalmente"

Andreu Missé

La propuesta de una actitud ofensiva de España en la construcción de Europa, de estímulo de la competitividad a todos los niveles y el rechazo de la idea de "nación de segunda o país pedigüeño" ante la integración en la Comunidad Económica Europea (CEE) fue el principal mensaje que ayer transmitió el presidente del Gobierno, Felipe González, al representativo colectivo de empresarios que asistió a la clausura de la X Reunión Costa Brava, celebrada en Lloret de Mar. En el discurso del presidente y en su posterior diálogo con los empresarios, Felipe González expuso las razones "histórico-políticas" y de "sentido común económico" que exigían la integración, así como los esfuerzos realizados por el conjunto de la sociedad española para conseguirlo de la forma menos costosa. Compartieron con Felipe González la presidencia del acto el titular de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, y el de la entidad organizadora, el Círculo de Economía, Enric Corominas.

La intervención de Felipe González estuvo presidida por la idea de infundir un "razonable optimismo" a un auditorio en el que se encontraba una cualificada representación del empresariado catalán, que a pesar de su probado europeismo no había ocultado en recientes manifestaciones sus temores, de última hora ante la inminencia de la integración. Entre los asistentes se encontraban los ministros de Defensa, Narcis Serra; de Industria, Joan Majó; de Cultura, Javier Solana, y de Sanidad y Consumo, Ernest-Lluch; el secretario de Estado para las Comunidades Europeas, Pedro Solbes; el comisario in péctore Manuel Marín, y tres consellers de la Generalitat: Josep Maria Cullell, de Economía y Hacienda; Francesc Sanuy, de Comercio y Turismo , y Jolan Hortalá, de Industria y Energía.'El presidente inició el acto enfatizando los esfuerzos que había realizado el conjunto de la sociedad española para superar las difíciles condiciones en que se había producido la aproximación de España a Europa por la coincidencia entre el proceso de transición democrática y las crisis económicas nacional e internacional.

Las reglas del juego

Sobre las dificultades económicas, manifestó que "el Partido Socialista -y quizás algunas veces se nos critica por eso- no ha tratado en absoluto de poner por delante su ideología de las necesidades que, razonablemente, creíamos que teníamos y creemos que tenemos, ante la crisis. Por lo tanto, ha habido una decisión voluntaria y meditada de no hacer en economía nada que pudiera parecerse a un sectarismo político".González también aprovechó la circunstancia para recordar las reglas de juego económico: "Este Gobierno" manifestó, "no sólo no ha dicho con claridad que no está interesado por las nacionalizaciones, sino que ha dicho también con claridad que cree que el sector público debe tener una dimensión adecuada, que no debe agrandarse y que debe llegar a ser más eficaz".

Destacó los esfuerzos dirigidos para nivelar el cuadro macroeconómico, como el control de la inflación y del déficit público y la mejora de la balanza de pagos. "Se ha dado la batalla por la inflación" dijo, "y ese suelo en el que estábamos casi inamovibles durante varios años, del 14,5, 15 e incluso 16%, ha descendido, a pesar de las últimas cifras, a un 8 o un 7,5 %, y esperamos, que el objetivo incluso este año se pueda cumplir". Como frutos más destacables de este esfuerzo colectivo, citó la baja de los tipos de interés, la recuperación del excedente empresarial y una mayor liberalización, flexibilización y apertura de la economía española. En relación con el aumento de excedente, manifestó que había que apreciar el sacrificio de los trabajadores por la moderación salarial así como cierto optimismo por la reactivación que se había producido. En este sentido destacó el crecimiento fuerte, casi espectacular, de los bienes de equipo.

Felipe González consideró que el período de adaptación -a la CEE de siete años era suficiente, y no ocultó su temor por retrasar los reajustes necesarios hasta el último momento. "Les diré algo que me preocupa; que pidiendo diez años y reducidos a siete, sólo aprovechemos el sexto y el séptimo para hacer todo lo que hay que hacer en cumplimiento de la norma definitiva de la Comunidad".

En un animado coloquio que se prolongó durante casi dos horas, y respondiendo a una pregunta sobre el futuro de la Comunidad formulada por Carles Cuatrecasas, ex presidente de la entidad organizadora, Felipe González, afirmó que "vivimos en un momento de crisis del concepto de Estado-Nación; es una crisis supranacional e intranacional. Pero debemos reflexionar, porque hay que pensar que ahora una directriz de la Comunidad tiene más valor que una ley Orgánica en España".

"En Europa no hay despido libre, olvidemos pues este lenguaje"

España es uno de los países de la Comunidad que cumple las garantías de la legislación laboral, según manifestó el presidente del Gobierno respondiendo a preguntas de un empresario del sector textil. Felipe González afirmó con rotundidad: "En Europa no hay despido libre, por tanto olvidemos este lenguaje. Otra cuestión -dijo- es el coste del despido. Y otra -añadió- que tanto en el sector público o en el sector privado el coste real de los despidos no tiene nada que ver con el coste legal". El presidente recordó que la apuesta del Gobierno por adaptarse a la normativa comunitaria era total en estrictu senso, y manifestó que no se le puede pedir al Gobierno que fije topes máximos en las indemnizaciones, las leyes sólo deben fijar los mínimos, y no pidan que el Estado se ponga en el lugar de las partes en un acuerdo" .Felipe González, que agradeció y homenajeó a los dirigentes del Círculo de Economía por su labor europeizadora, anunció que en el plazo de los próximos 12 o 14 años se registrarán cambios decisivos en las relaciones laborales. En este sentido aventuró que la duración de la jornada laboral tarde o temprano se reducirá, con el objeto de repartir el empleo. "Creo, dijo, "que una de las pocas técnicas reales de política de ocupación será la de repartir los puestos de trabajo disponibles, pero ello -requiere que no se produzca de forma unilateral, sino consensuada con otros países, para evitar problemas de competitividad"

Otra pregunta recogió la inquietud de algunos empresarios por las consecuencias negativas que supondrá la implantación del IVA a partir de 1986. González respondió a quienes pedían compensaciones del tipo de rebajar las cotizaciones a la Seguridad Social, que los impuestos no deben tener un carácter teleológico o finalista, sino que se debe contemplar la recaudación desde un punto de vista global. Además, indicó que no podía anticipar la posición del Gobierno porque entre otras cuestiones se desconoce aún la capacidad recaudatoria efectiva de este nuevo tributo. No obstante, afirmó que en 1987 aumentaría las dotaciones del Estado a los presupuestos de la Seguridad Social, pero que ello no debía plantearse como una transferencia del IVA. Y recordó que en numerosas ocasiones ha manifestado su opinión de que la Seguridad Social viene a ser un impuesto contra el empleo.

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