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Gran afluencia de público al primer concierto de la gira de Andrés Segovia por Italia

Juan Arias

La intervención de la policía fue necesaria para que la noche del domingo la gente que se había quedado sin billetes no echase abajo las puertas del teatro Sixtina, de Roma, para escuchar el concierto de guitarra de Andrés Segovia. Hacía muchos años que el artista español no aterrizaba por Italia y todos querían verle. Segovia, al que el Gobierno japonés acaba de condecorar con la Orden del Sol Naciente, salió ayer para Milán, Turín y Venecia, donde dará otros conciertos estos días.

La Prensa había dado una publicidad excepcional con amplias entrevistas y comentarios sobre el artista español antes del concierto romano. La gente se había volcado y el teatro, que es de los más grandes de Roma, se quedó chico, y los aficionados del gran maestro de la guitarra no quisieron resignarse a no verlo. Fue tal la afluencia de público al teatro Sixtina que tuvieron que permitir que hubiese mucha gente de pie en los pasillos.En verdad, más que a escuchar un concierto de música la gente empujaba y buscaba recomendaciones para poder ver al "monstruo sagrado" de la guitarra clásica, como ha sido apellidado aquí Segovia. Un músico que es todo un símbolo, no sólo de un arte, sino de una nación entera porque aquí nadie sabe pensar en Segovia y en su guitarra sin pensar en España. Y, de hecho, al final del concierto, Carlo Ripa de Meana, el diputado. socialista europeo, comisario de la Comunidad Europea para la Cultura, entregándole un premio a Segovia en nombre del Parlamento de Estrasburgo, subrayó que le era grato hacerlo en el momento en que la España que Segovia representa se va a integrar en la Comunidad, lo que fue recibido con un fuerte aplauso por el público.

Un sonido lejano

Escuchando a Segovia y su guitarra, a sus 93 años, fue imposible no reconocerle el genio y la magia del artista español, y lo dijo un día el gran compositor ruso Igor Stravinski: "El sonido de su guitarra no es fuerte, es lejano". También aquí en Roma embelesó a la gente ese sonido lejano, llevado como alas invisibles, nitidísimo, hasta los últimos rincones del gran teatro romano, a pesar de que las manos de Segovia, justamente cansadas pero incapaces al mismo tiempo de sosiego, apenas si acariciaban las cuerdas de su guitarra color rojizo.Un instrumento que le dio que hacer el domingo en Roma: "No me ha sido dócil", dijo Andrés Segovia al público al acabar el concierto, añadiendo con humor: "La próxima vez será mejor; la culpa ha sido seguramente de esas malditas curvas de la guitarra, siempre tremendamente femenina".

La gente no quería irse del teatro. Todos hubiesen querido estrechar la mano del maestro, pedirle un autógrafo, darle sinceramente las gracias por haber inundado el mundo, casi ya durante un siglo, con la incomparable magia de las cuerdas de su guitarra, de las que también se quejó el maestro: "He protestado; no son ya como antaño. Me dicen que es culpa de la crisis del petróleo, pero a veces sospecho que los motivos pueden ser otros...", comentó, con cierta rabia, a un grupo de españoles que se habían reunido en la embajada ante el Vaticano en la plaza de España. "Me gusta su periódico, EL PAÍS, porque se interesa siempre de todo lo que pasa en el mundo", dijo a este periodista.

Con una cita de Madariaga, dijo que la guitarra refleja el alma del español, que tiene tal personalidad que cada ciudadano es como una sociedad entera. Y que la guitarra, que es "una sinfonía del bosque", hecha de muchas maderas, es más que un instrumento porque es como una pequeña orquesta.

Citó también a Eugenio d'Ors para recordar a los más jóvenes que miran al maestro como un monstruo sagrado que no se conquista la gloria, el arte, la profesionalidad sin un esfuerzo cotidiano, paso a paso, sin saltos en el vacío, Recordó que Eugenio d'Ors, citando el pasaje de la Biblia de la escala de Jacob, solía decir que los ángeles "lásubían y bajaban ppldaño a peldaño a pesar de tener alas".

Al embajador Jorge de Estaban, socialista, Segovia, al recordar tiempos pasados, le dijo durante una comida en su embajada: "Mi lema es respetar a todos, pero exigiendo que todos me respeten".

De Roma, Andrés Segovia salió ayer para Milán, Turín y Venecia, donde dará otros conciertos estos días no menos esperados y aplaudidos del que con tanta generosidad regaló el domingo a los romanos.

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