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Las revueltas masivas amenazan de nuevo las calles de Túnez

El Sindicato Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT), la fuerza social más importante de este pequeño país norteafricano, se encuentra prácticamente acorralada, política y económicamente, por el Gobierno que dirige el primer ministro Mohamed Mzali. Túnez padece en estos días una fuerte tensión social, y en medios políticos existe el temor de que el enfrentamiento Gobierno sindicato pueda degenerar en revueltas callejeras, de las que existen negros precedentes en los últimos cinco años.

Los problemas entre la UGTT y el Gobierno se remontan a este verano, si bien acontecimientos excepcionales como la crisis con Libia primero y el raid israelí después contribuyeron, a modo de sorpresa, a enfriar coyunturalmente una situación irreversible que ya s e observaba caliente el pasado mes de julio.En aquella ocasión, la UGTT, presionada por sus bases ante la inflexible posición del Gobierno de no subir los salarios (congelados en los últimos dos años), decidió convocar una huelga en el sector turístico, una de las principales fuentes de ingresos de este país en la estación estival.

El contencioso con Libia, que se inició a principios de agosto con la expulsión de los primeros trabajadores, desbordó los preparativos de la UGTT; fracasó en su intento de paralizar a los trab ajadores del sector turístico y además reaccionó tarde, y con matices, al mostrar su solidaridad con el Gobierno frente a la amenaza, cada día más seria entonces, del régimen de Muaminar el Gaddafi. El Gobierno sacó rentabilidad a la situación y calificó inmediatamente a la central sindical de "antipatriótica".

Pese a que desde este verano otros acontecimientos, todos ellos de signo externo, han acaparado la atención de la opinión pública sobre Túnez, el clima social se ha mantenido revuelto y el Gobierno ha ido incrementando progresiva mente su acoso al sindicato, intentando, desde diferentes posiciones, decapitarlo económicamente. Primero decidió eliminar de las nóminas de los trabajadores la deducción de la cuota sindical. Ésta era una forma cómoda para UGTT, concebida como una formación oficialista, que se evitaba así los trabajos de recaudación y se aseguraba todos los meses una importante cantidad de dinero, gestionada y entregada por el Gobierno, para su financiación.

Luego decidió intervenir la compañía de seguros Ittihad (Unión), propiedad de la UGTT, cuya gestión y administración le servían también de fuente de ingresos. El Gobierno la adjudicó a la Sociedad Tunecina de Seguros y Reaseguros (STAR), justificando su medida intervencionista en que estaba mal financiada y tenía un pasivo muy alto.

La última decisión gubernamental está encaminada a desposeer a la UGTT de lo que es ya su última fuente de ingresos patrimonial: el hotel Almircar, denunciado por la banca oficial por su mala gestión económica. La UGTT es propietaria de este establecimiento en un 90% y su director gerente es Zamer Achur, hijo del secretario general del sindicato.

Fuentes sindicales aseguraron a este periódico que con estas medidas el Gobierno de Mzali ha conseguido decapitar económicamente a la central sindical, creándole graves problemas para su financiación, que lógicamente están repercutiendo ya en su actividad.

Sin embargo, la UGTT se ha mostrado fuerte ante las presiones gubernamentales, y su secretario general, Habib Achur, inmersó, por otro lado, en procesos judiciales en diferentes ciudades del país, advertía recientemente que está dispuesto a mantener una tregua en lo que se refiere a la política exterior tunecina, pero que no aceptará dar marcha atrás en el capítulo de huelgas y en la lucha sindical.

Curiosamente, la UGTT y el Partido Socialista Desturiano (oficial y actualmente en el Gobierno) se coligaron en las últimas elecciones legislativas (1981). Formaron el llamado Frente Nacional, que presentó 136 candidatos, 30 de la UGTT y 106 del PSI), y obtuvo el 95% de los votos emitidos.

Fin del colaboracionismo

Pese a su aparente oficialidad, plasmada en esta coalición, la UGTT, sobre todo la línea mayoritaria y discrepante que encabeza Achur, se ha ido desviando en los últimos años de todo tipo de política colaboracionista, motivada esencialmente por la decisión de Mzali de no subir los salarios. El enfrentamiento alcanzó uno de sus peores momentos con la supresión por parte del Gobierno, hace tres meses, del órgano de expresión del sindicato, el periódico Al-Chaab (Pueblo).En esta situación se ha llegado a esta última semana, previa a la celebración del consejo nacional del sindicato,, con encierros y numerosas muestras de de sagrado público ante las posiciones del Gobierno, que han concluido en detenciones masivas, incluidas las de destacados líderes de la central.

Mzali, que ostenta también la cartera de Interior, envió el miércoles a la policía para que desalojara la sede de la UGTT en Túnez capital, donde se habían encerrado 400 personas. La policía, siempre según fuentes oficiales, encontró cadenas, barras de hierro y-piedras, así como armas blancas y ejemplares del Libro verde de Gaddafi, y detuvo a "elementos criminales que no tenían nada que ver con el sindicalismo".

Los acontecimientos de esta última semana han coincidido con la visita de una delegación de la Confederación Internacional de Sindicatos Libres a Túnez, alarmada por la situación que atraviesa la UGTT, y también con brotes de golpes de Estado progubernamentales dentro del propio sindicato, lo que ha generado mayor confusión y enfrentamientos internos.

El Gobierno tunecino acusa a la UGTT de desviarse de su función estrictamente sindical, y ésta le exige, además de la subida de los salarios y el respeto de los atuerdos firmados por la patronal y no cumplidos, una serie de reivindicaciones políticas, como la revisión de las relaciones con Estados Unidos y una amnistía para los presos de conciencia de Túnez, cuyo número, alto, se desconoce. La oposición política se ha puesto al lado de la UGTT de Achur en este conflicto.

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