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El príncipe de Gales cree que provocar controversias forma parte de su trabajo

Quizá le viene de familia, pero, como su padre, el duque de Edimburgo, y su tío abuelo el rey Eduardo VIII, luego duque de Windsor, el heredero del trono de Inglaterra, Carlos de Gales, no tiene precisamente pelos en la lengua y en los últimos tiempos, cada declaración suya levanta una polvareda. La controversia que producen sus palabras no sólo no le molesta, sino que cree que forma parte de su trabajo.

"Pienso que provocar controversias forma parte de mi trabajo, en cuanto éstas no sean políticas", manifestó Carlos recientemente en la primera entrevista concedida con su mujer, la princesa Diana, a la cadena de televisión ITV.Sin embargo, la línea divisoria entre lo político y lo apolítico para un futuro rey es muy estrecha, y los constitucionalistas hilan muy fino. Todavía se recuerdan las declaraciones de Eduardo VIII -que renunció al trono para casarse con la divorciada norteamericana Wallis Simpson-, cuando visitó en los años treinta el sur de Gales y comentó públicamente, al ver la de pobreza en que vivía la gente de la zona: "Aquí hay que hacer algo". El Gobierno lo interpretó como un ataque a la política gubernamental en la región galesa e hizo saber su disgusto al palacio de Buckingham.

En este caso, el propio palacio, según informó The Times, se ha anticipado a una posible queja del Gobierno y ha asegurado a la primera ministra, Margaret Thatcher, que se encontraba en Nueva York, que en las declaraciones de Carlos no habla la más mínima intención de criticar al Gobierno, sino que eran simplemente una muestra de su preocupación ante algunos problemas del país.

¿Cuál ha sido esta vez el motivo de la polémica? Una conversación mantenida por el príncipe de Gales en el tren real con su asesor de arquitectura, Rod Hackney, y contada luego por éste, con algunas matizaciones posteriores al ver la polvareda levantada. Según Hackney, Carlos le había pedido que investigara la causa de los disturbios raciales registrados en Hadsworth, Brixton, Toxteth y Birmingham, a la par que le expresaba sus temores de que, dentro de unos años, las ciudades británicas contasen con no-go areas, o zonas prohibidas por su peligrosidad.

"Una nación dividida"

Sin embargo, lo que más contribuyó a la polémica fue una declaración atribuida por Hackney al príncipe, según la cual, Carlos se temía que iba a heredar "una nación dividida" cuando le llegara la hora de suceder a su madre, lsabel II. Hackney ha negado que atribyera al príncipe tal declaración, pero el director del Manchester Evening News, que fue el primero en entrevistar a Hackney, se mantiene en sus trece y afirma que ésa fue la declaración atribuida por el asesor al príncipe de Gales. Hackney ha mantenido su negativa, y ha añadido que Carlos se limitó a expresarle su preocupación por "los que tienen y los que no tienen". La inquietud del príncipe por los problemas sociales y de la juventud es constante, hasta el punto de que en 1976 estableció un fondo de ayuda a los jóvenes de entre 14 y 25 años. The Prince's Trust, establecido en todo el Reino Unido, cuenta con el trabajo voluntario de 850 personas.Con el fin de hacer olvidar la polémica levantada por estas declaraciones, los británicos se han enterado esta semana de una faceta desconocida en el heredero de la Corona, que muestra una vez más su sensibilidad, ante los problemas sociales. El pasado mes de diciembre, y en una emulación de las visitas que el califa Harun al Rachid hacía disfrazado a los barrios de Bagdad, Carlos visitó inesperamente un hotel para jóvenes situado en Dan Street, en el pleno corazón del Soho londinense, y despues recorrió en automóvil las zonas cercanas a las estaciones de Waterloo y Charing Cross, donde pudo ver a la gente que dormía a la intemperie.

Las sensacionales revelaciones fueron hechas por el director del fondo antes citado, Harold Haywood, que acompañó al príncipe y declaró que los jóvenes del albelygue del Soho, entre 50 y 80 se quedaron fascinados.

Al regresar a su residencia oficial, el príncipe comentó a Haywood, en una rememoración de la famosa frase de Eduardo VIII en Gales: "Hay que hacer algo para ayudar a esos chicos, cuya situación es desesperada".

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