_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Capones a los periodistas

LAS ACADEMIAS de los países donde se habla castellano se preocupan de lo que llaman deterioro del idioma y, en un congreso celebrado en Madrid, culpan seriamente a los medios de comunicación. En síntesis, quieren mandar a los periodistas a la Universidad. En España la frecuentan, pero cuando salen de ella se encuentran, no obstante, con la necesidad de informar, relatar, opinar o describir hechos que las academias no tienen previstos y las facultades no han calculado. Esto es tan ajustado á la verdad que los medios periodísticos tienen que crear sus propios diccionarios -los libros de estilo-, y sus equipos de corrección y terminado, para expresar de una manera comprensible para el lector un mundo aceleradamente cambiante. El efecto es que, con relativa frecuencia, la improvisación o la urgencia deriva en errores.Las academias, o al menos la española, son tradicionalmente renuentes a la inclusión de periodistas en su seno, y si los ha habido, ha sido generalmente por otros méritos. Esto significa la falta de aportación a su censo de palabras 31 acepciones de una profesión que pelea diariamente con el idioma para darle una flexibilidad que no corresponde a mandatos históricos ni a exigencias semánticas. Una fuente de erosión sobre el lenguaje proviene del periodismo, pero las incorrecciones, si así hay que llamarlas, se encuentran también en los libros de texto, los discursos, las novelas, las obras de teatro o en los poemas, muchos de los cuales están firmados por académicos. Los medios de comunicación son muchas veces simples transmisores de ello: reproducen -para informar- lo que se habla o se escribe.

La parte más importante del daño lingüístico no puede atribuirse, sin más, al quehacer periodístico y sus virtuales insuficiencias. Las formas encubiertas de autocensura en la expresión, el querer decir lo que no se dice y el idioma de la propaganda en sus formas de simulación no son vicios propios del periodismo, aunque los contagie por transmisión. Generalmente usa bien un idioma quien además de conocerlo cree en lo que dice, y lo fuerza hasta la deformación quien está en situación contraria. Esto lleva además a la constatación de que todos los idiomas del mundo, y de manera muy especial los que tienen mayor influencia en la política o en los negocios, han sido y son perma nentemente violentados. La culpa de los medios de comunicación es hoy, como efecto de su multiplicadora naturaleza, más de carácter cuantitativo que cualitativo. Y merecería, por tanto, tener en cuenta lo que ha de reprochársele como un defecto propio o lo que es, atribuible a otros centros emisores del lenguaje hablado y escrito.

Será muy útil la academia, y este congreso de las academias, si su esfuerzo se dirige al aguzamiento del idioma como instrumento común, al despeje de lo inútil y a la propagación de las reglas que nos hagan entendernos directamente unos con otros. Pero será mucho más útil si añade a su solemnidad y a su autoridad una dinámica de la que carece y si, al mismo tiempo que insta al periodismo a estudiar y respetar el idioma, procura ella misma estudiar el periodismo, respetarlo y obtener de él toda la riqueza que actualmente está desdeñando.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_