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Craxi prevé dificultades para formar nuevo Gobierno en Italia

Juan Arias

Francesco Cossiga, jefe del Estado italiano, encargó ayer a Bettino Craxi la formación de un nuevo Gobierno. Al término de la entrevista que ambos mantuvieron durante 45 minutos, Craxi manifestó a los periodistas que hará todo lo posible para resolver una crisis que "presenta no fácil solución", aunque, recalcó, negociaciones largas serían contraproducentes.

Craxi ya había adelantado el domingo la idea de que las negociaciones pueden ser difíciles. Lo dijo en una conversación con los periodistas en el campo de fútbol del Torino, cuando aún no sabía si Cossiga le encargaría formar Gobierno. El domingo, Craxi manifestó que, a su parecer, la crisis podía resultar muy larga.Sin embargo, durante la declaración que realizó ayer a primera hora de la tarde, después de ser recibido por Cóssiga, Craxi afirmó que Italia no se puede permitir una crisis eterna de Gobierno y que empezaría inmediatamente las consultas con los líderes de los otros partidos. El jefe socialista no admitió en esta ocasión preguntas de los informadores que le esperaban.

Ante el jefe del Estado, Craxi respondió indirectamente a las dificultades que puedan plantearle los republicanos cuando dijo que "no bastan, para resolver la crisis, indicaciones sobre una fórmula político-parlamentaria", sino que es necesario "llegar a un acuerdo sólido entre las fuerzas políticas", y esto vale "lo mismo por lo que se refiere al papel internacional de Italia, es decir, lo que hay que, hacer en nuestras alianzas para defender los objetivos de la paz, de la seguridad y de la independencia nacional, que por lo que atañe a la política interior, o sea, el desarrollo de la economía y la solidez de las instituciones". Craxi, como un pequeño desafío, añadió: "Que quede claro para todos que son negociables los programas, pero jamás los principios".

El problema de los republicanos

En realidad, el único problema para Craxi ahora es cómo recuperar a los republicanos heridos sin humillarles, pero al mismo tiempo sin achantarse ante ellos. Y, sobre todo, cómo resolver el problema personal del ex ministro republicano de Defensa, Giovanni Spadolini, cuyo partido provocó la crisis. ¿Puede Craxi hoy prescindir del ministro de Asuntos Exteriores, el democristiano Giulio Andreotti? Y en ese caso, ¿puede dejar fuera a Spadolini? Pero si todo queda igual, ¿no sería la más clara demostración de que la crisis, ha sido una payasada?El mediador por antonomasia, Arnaldo Forlani, vicepresidente del Gobierno saliente y prohombre democristiano, ha concebido la idea de que los secretarios gene rales de los cinco partidos que constituían el Gabinete (democristiano, socialista, republicano, socialdemócrata y liberal) entren a formar parte del futuro Gobierno. Sería, una fórmula indolora de integrar a Spadolini. Sin embargo, el secretario democristiano, Ciriaco de Mita, nunca aceptaría un cargo en un Gobierno bajo la presidencia de Craxi pues, en caso de ir juntos, debería ser él el jefe del Ejecutivo. El problema quedaría resuelto si Forlani fuera vicepresidente, ya que él podría representar en el directorio a cinco al secretario De Mita.

Ahora empiezan los sutiles juegos de esa increíble capacidad italiana para resolver entuertos sin que nadie se sienta vencedor ni vencido. Síntoma de cómo se ha recibido la nueva situación provocada por el encargo de Cossiga a Craxi es que la Bolsa de Milán recuperó ayer la práctica totalidad de las pérdidas producidas por la crisis de la pasada semana.

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