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Las dos superpotencias combaten el alcoholismo

Un 'ejército de salvación' en la URSS

La nueva Sociedad Sobriedad intenta con actos culturales que los soviéticos olviden los placeres del alcohol

Pilar Bonet

La campaña contra el alcoholismo emprendida hace cuatro meses en la Unión Soviética ha recurrido a viejas fórmulas de los años veinte con la fundación, hace dos semanas, de la Sociedad Sobriedad, una institución de ámbito estatal organizada en células, entre cuyos fines está llenar el ocio de los ciudadanos con "tareas interesantes y útiles".Este nuevo ejército de salvación soviético, que tiene carácter voluntario y cuesta un rubio anual de cuota, es la réplica de otra institución semejante, la Sociedad de Lucha contra el Alcoholismo (OBSA), que existió desde 1928 hasta 1932. Las actividades de la OBSA son elogiadas hoy desde publicaciones históricas especializadas, como Voprosi Instorii, que esquiva las causas de su disolución, aunque advierte a la actual heredera de la bandera antialcohólica contra la falta de agilidad y el maximalismo de su predecesora. La OBSA, que exhortaba a las chicas a no besar a los jóvenes que bebieran, asustaba con sus consignas a los fieles partidarios del movimiento por la sobriedad.

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Con Mijail Zimianin, secretario del Comité Central, en la presidencia, Sobriedad celebró su asamblea fundacional el pasado día 25 de septiembre en la Sala de las Columnas de la Casa de los Sindicatos, de Moscú, el lugar donde se exponen habitualmente los cadáveres de los máximos dirigentes soviéticos antes de ser sepultados. En este mismo lugar, y en febrero de 1928, se fundó la OBSA, que participó aquel mismo año en la apertura de la primera estación de desintoxicación alcohólica que existió en la URSS y que publicó una revista -Sobriedad y Cultura-, retomada ahora por la nueva sociedad, con una tirada inicial de medio millón de ejemplares.

Sobriedad se encargará de llenar con obras de teatro, conciertos, exposiciones, alternativas de vida sana y actividades culturales un tiempo libre que en gran parte se ha dedicado a la bebida.

11,3 litros al año

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En 1980, según datos publicados en la revista Investigaciones Sociológicas, cada ciudadano soviético consumía 11,3 litros de alcohol puro al año. El listón había subido más alto que en 1928, cuando el consumo de alcohol por persona era de nueve litros.

Pravda afirmaba recientemente que la lucha por la sobriedad "se encuentra al inicio de su camino",pero en realidad no es así. El alcoholismo es un problema heredado por la URSS del tiempo de los zares, cuando producir destilados caseros o samaagon estaba penalizado con cinco años de cárcel. Las campañas contra el alcoholismo, repetidas de forma recurrente a lo largo de este siglo, habían comenzado ya antes de la revolución bolchevique.

En 1918, las autoridades soviéticas decretaron medidas para evitar la producción de destilados caseros a partir del pan. La llamada ley seca de 1919 no era tal en un sentido estricto, según Voprosi Istorii, ya que no prohibía el consumo de alcohol e iba dirigida sobre todo a evitar el desperdicio del pan. En 1922, el número de procesos en marcha en la república rusa por la producción de destilados caseros alcanzaba 500.000 casos.

El monopolio estatal del vodka, que sigue en, vigor en la actualidad, se estableció en 1925, cuando estaba aún en marcha la Nueva Política Económica (NEP), que permitía un margen de comercio e iniciativa privados. La medida respondía a las necesidades financieras del Estado y debía tener carácter temporal, pero el Estado no pudo encontrar otras fuentes de ingresos alternativas e igualmente rentables.

Los ingresos estatales en concepto de venta de bebidas, centralizados en una sola organización presupuestaria financiera, suponen millones de rublos pero el dato exacto no se da a conocer públicamente. Tampoco se dan a conocer las pérdidas globales en materia de alcoholismo, diluidas en múltiples conceptos contabilizados de forma fragmentaria por distintas instituciones. A finales de los años veinte, las pérdidas por alcoholismo eran superiores a los ingresos que reportaba la venta de bebidas.

La polémica ley seca'

Por lo visto, convencer a los ciudadanos de que no deben empinar en demasía el codo no resulta tan fácil, y las autoridades soviéticas han tenido que reconocer -en un comunicado del comité central- que la campaña antialcohólica ha provocado descontento entre la población. Una reciente reunión dedicada a examinar las medidas que entraron en vigor en junio constataba sustantivas insuficiencias y exhortaba al partido y a las organizaciones juveniles a dedicar más energía a la lucha contra el alcohol y contra las muestras de actitud liberal.

A pesar de las once mil conferencias dictadas en Moscú durante los últimos cuatro meses, y el cierre de 485 puntos de venta de alcohol, el número de moscovitas detectados en estado de embriaguez solo ha disminuido un siete por ciento.

En la capital soviética, el ímpetu inicial de la campaña parece haberse frenado un tanto, según los últimos indicios. En algunas zonas han comenzado a reabrirse puntos de venta de bebida. Las colas se han hecho menores y ha disminuido algo la psicosis de dirigirse rápidamente y sin compensaciones hacia una ley seca que muchos consideran aquí como algo contra natura. Fuentes soviéticas afirman que ha sido el mismo Gorbachov quien ha dado la orden de aflojar el rigor de la campaña. Ésta constituye, según la inmensa mayoría de testimonios recogidos por este periódico, un elemento de impopularidad.

La inaccesible vodka

El malestar por las limitaciones en la venta de alcohol ha sido particularmente visible entre los ciudadanos capaces de beber de forma moderada, que se sienten privados de la posibilidad de celebrar alguna ocasión importante por falta de tiempo o paciencia para añadir la cola ante un almacén de bebidas a las que son habituales para aprovisionarse de productos alimenticios. Entre los amigos, una botella de vodka, ahora más cara que en el pasado, se ha convertido en un regalo apreciado. En el ámbito oficial, sin embargo, los funcionarios rechazan sistemáticamente el alcohol en las recepciones, y los representantes económicos extranjeros señalan que la ausencia de alcohol ha cambiado el sistema de negociación con los socios soviéticos, donde antes era necesario ser capaz de conservar la mente clara bajo presión etílica.

La televisión y los periódicos ofrecen ejemplos de sobrios comportamientos de forma prácticamente diaria. Se muestra a familias unidas y felices gracias a la renuncia al alcohol, y bodas donde se canta, se juega y se beben zumos. Se enseñan también los pueblos cuyos habitantes han entregado cantidades astronómicas de alambiques caseros. Montones de recipientes y tubos enfocados por las cámaras del principal programa informativo -Vremia- dan testimonio de tales renuncias, calificadas como voluntarias.

El grado de cumplimiento de las medidas, que durante las primeras semanas de vigencia redujeron en casi un tercio el comercio de alcohol, según datos publicados en Temas de historia del PCUS, parece desigual de una zona a otra. En Yalta (Crimea), uno de los grandes centros turísticos de la URSS, se ha reducido a 60 el número de puestos de venta de alcohol tras haber cerrado 333 puntos. En Talin, en la república báltica de Estonia, turistas recién llegados a Moscú aseguran que las medidas antialcohólicas apenas se notan que el vodka puede comprarse mucho antes del horario oficial de venta, a las dos de la tarde.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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