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Hans Guyt

Dirigente de la campaña de Greenpleace contra los vertidos y superviviente y testigo del atentado contra el 'Raínbow Warrior'

La noche del atentado, el pasado 10 de julio, Hans Guyt, de 33 años, se encontraba a bordo del Rainbow Wanior. La última vez que miró el reloj eran las 23.30 horas de la noche. Cuatro de las 12 personas que se encontraban en el barco estaban durmiendo. Otros ocho se encontraban charlando en el salón del barco. Minutos antes de las doce de la noche se produjo una enorme explosión, a la que siguió otra más potente, minuto y medio más tarde. Cinco minutos después el Rainbow Warrior se hundía definitivamente.

Fue todo tan rápido que ni siquiera sintió pánico. "El miedo vino después", recuerda Hans Guyt sentado ahora en un sofá del hotel Palace, donde se ha alojado este fin de semana invitado por el programa La Clave. La presencia en Madrid de este hombre rubio y de aspecto sereno, de hablar pausado y tez mantecosa, tiene mucho que ver con el azar. El pasado 10 de julio Guyt estuvo a punto de morir como le sucedió al fotógrafo Fernando Pereira. Su suerte y la de sus compañeros se decidió en cuestión de segundos. "Al oír la primera explosión subimos a cubierta y sentimos que entraba agua en el barco, pero nos quedamos sin luz y perdimos el sentido de la orientación; todo estaba oscuro. Primero fui a desatar otro yate del Rainbow a toda prisa y luego dudé si ir a buscar mis cosas, mi pasaporte, dinero, todo eso; pero cuando estaba decidiéndolo sonó otra bomba justo debajo de mis pies, en la parte trasera del barco. En ese momento me crucé con el primer piloto que subía por las escaleras totalmente mojado. Le empujé hacia afuera, llegamos a la cubierta principal con el agua hasta las rodillas y subimos a una cubierta superior desde donde saltamos al muelle mientras el Rainbow Warrior se hundía".Tras los primeros minutos de confusión, Hans cayó en la cuenta de que había ocurrido algo irreparable. Su amigo Fernando Pereira, con el que había trabajado desde hace tres años, padre de dos hijos que él conocía, porque Fernando se los había presentado, se había quedado en el Rainbow Warrior. "Le ví en cubierta tras la primera explosión pero volvió a bajar a la cabina a rescatar sus cámaras y allí le pilló la segunda bomba y probablemente tuvo miedo y no pudo encontar la salida".

Este holandés que reparte su vida entre su casa de Utrecht y el mar, descarta rotundamente que los terroristas quisieran tan sólo asustar o avisar. "Todo ocurrió en cinco minutos, y era de noche. Era una trampa". No obstante Guyt sigue pensando que el atentado es un asunto muy bizarro, sin pies ni cabeza, ¡lógico. "Yo estaba en Auckland para viajar a Mururoa y asistir a una conferencia anunciada para los días 3 y 4 de agosto organizada por 13 países del Pacífico sur que se oponen a las pruebas nucleares en su área. Esta reunión se ha celebrado, como estaba previsto, y los resultados han sido más positivos de lo que esperábamos. Ahora hay más países que apoyan a Greenpeace y Nueva Zelanda considera como un ataque a su propia política el atentado francés".

Guyt entró en Greenpeace en 1978 tras unos años de experiencia en la Marina mercante holandesa. "Quería conocer mundo". Pero confiesa que ha visitado más lugares a través de Greenpeace, preparando diversas campañas que con su trabajo en la Marina mercante. "Ser marino es el sueño de la mitad de la población masculina. La mar es mi verdadera novia", asegura Guyt, soltero, sin hijos y con una relación ¡morosa estable.

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