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Ardito Barletta dimitió para evitar un golpe de Estado en Panamá

Antonio Caño

El ex presidente panameño Nicolás Ardito Barletta presentó su renuncia el pasado día 28 para evitar un golpe de Estado, según testimonios coincidentes de fuentes oficialistas y opositoras.

Las Fuerzas de Defensa, comandadas por el general Manuel Antonio Noriega, estaban dispuestas, según se desprende de las distintas versiones de los hechos que estos días circulan en Panamá, a interrumpir el incipiente proceso democrático si el presidente, que había colmado la paciencia de los militares con sus declaraciones a favor de una comisión investigadora del caso Spadafora (guerrillero asesinado), no presentaba su dimisión.Barletta tuvo un tormentoso regreso a casa tras la reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, no sólo porque su salida de Nueva York coincidiese con los vientos y las lluvias del huracán Gloria. A su llegada a Panamá le esperaba una invitación para acudir ese mismo día a un cita con el Estado Mayor del Ejército. Después de varias horas, según asegura un semanario de oposición, Barletta se puso en contacto hacia la medianoche con su esposa, Consuelo, que se encontraba junto a la madre y dos hermanas del entonces todavía presidente.

En una conversación telefónica, Ardito Barletta les dijo que se le estaba exigiendo la dimisión. La madre, según el citado medio periodístico, le pidió que siguiese en su puesto.

Fuentes cercanas a los asistentes a esa reunión aseguran que Barletta se resistió hasta el último momento a renunciar, y el ahora presidente, Eric Arturo del Valle, tuvo que pedirle que abandonara "para evitar lo peor".

Presión militar

La presión militar sobre Barletta es reconocida por el propio Partido Revolucionario Democrático (PRD, fundado por Omar Torrijos y principal integrante de la coalición de gobierno), uno de cuyos dirigentes explica que, "cuando alguien introduce factores que crean inestabilidad, los militares no tienen más remedio que intervenir en política".Estados Unidos dio varias muestras de descontento por la destitución de Barletta, la más significativa de las cuales fue la ausencia del embajador norteamericano en Panamá, Everett Briggs, de la ceremonia de toma de posesión del nuevo presidente. La Administración estadounidense ha lamentado, sin duda, y así lo ha hecho saber, la pérdida de un antiguo funcionario del Banco Mundial que creía en la política del Fondo Monetario Mundial (FMI) e intentó aplicarla en Panamá de la forma más ortodoxa.

El Gobierno norteamericano era en los últimos meses el único apoyo con el que contaba Ardito Barletta, un hombre sin carisma, criticado al unísono por la oposición y la coalición que respaldaba al Gobierno. Barletta fue escogido por el PRD y las fuerzas armadas porque se le consideraba un tecnócrata oscuro que se limitaría a obedecer órdenes. Resultó, por el contrario, un presidente personalista, poco dado a escuchar consejos y firme defensor de una economía liberal a ultranza. Probablemente convencido de que el apoyo de Estados Unidos sería suficiente para detener la intervención militar, se lanzó por un camino suicida que incluía un plan de privatización de la principal empresa pública, el Instituto de Recursos Hidráulicos y de Electrificación.

La versión dada a este periódico por un oficial de las fuerzas armadas es que los militares han tenido que poner fin a una política que suponía un coste social muy elevado y que habría exigido, en algún momento, la actuación del Ejército para reprimir la protesta popular.

Este oficial y otros altos dirigentes del PRD presentan la crisis panameña como un acto antúmperialista con el que se ha frenado la influencia de la Administración de Estados Unidos y de la banca intemacional en ese país.

Sin embargo, que Barletta, cuya política conducía también a la destorrijización y al paulatino alejamiento de los militares de los centros del poder, era ya conocido como un "hombre de Washington y del Fondo Monetario Internacional" cuando las Fuerzas de Defensa y el PRD le llevaron hace un año a la presidencia tras unas elecciones sobre las que siempre planeó la sombra del fraude.

Ardito Barletta cavó definitivamente su fosa en la ciudad de Nueva York al anunciar la creación de una comisión investigadora sobre la muerte del guerrillero Hugo Spadafora, tras su detención, supuestamente a manos de militares panameños. Tal vez, como cree el vicepresidente del opositor Partido Demócrata Cristiano (PDC), Carlos Arellano, Barletta sabía que las Fuerzas de Defensa nunca aceptarían esa comisión, pero "no quiso ser cómplice por omisión de un asesinato"

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