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En busca de soluciones al endeudamiento exterior

La estabilización de la deuda del Tercer Mundo

Si la reunión anual que el FMI celebró hace tres años en Toronto (Canadá) pasará a la historia como la que sacó a relucir "la explosión de la deuda del Tercer Mundo", el encuentro de Seúl pretende ser recordado como el de su estabilización.Aunque parezca paradójico, y cuando menos increíble debido al volumen que alcanza la deuda global del Tercer Mundo, el staff del Fondo Monetario y del Banco Mundial está convencido de que lo peor del endeudamiento exterior ya ha pasado. Tres años de esfuerzos y negociaciones con las naciones deudoras arrojan un balance que, si bien dista mucho de ser un campo de rosas, ha permitido encauzar un problema que, pese a todo, supone una auténtica espada de Damocles sobre la estabilidad financiera internacional y la prosperidad de muchas naciones.

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Asuntos pendientes que no terminan de resolverse

La deuda global de los 149 países que forman el sistema FMI-Banco Mundial ronda hoy día el billón de dólares. De esta cifra, 351.000 millones de dólares pertenecen a países de América Latina o del Caribe, sin duda el endeudamiento que más preocupa, al estar el resto en manos de naciones industrializadas o ser de escasa importancia. Pero por vez primera en la última década, la deuda exterior latinoamericana apenas registrará un crecimiento significativo en el presente ejercicio (menos del 2%). Es más, los expertos del FMI aseguran que la tasa de aumento real de la deuda latinoamericana será negativa, habida cuenta el efecto del incremento de los precios.

Básicamente, la aparición del problema del endeudamiento se debe a factores tan sencillos de explicar como son el deterioro de la relación real de intercambio (un 15% entre 1979 y 1983), una acumulación de errores en las políticas económicas internas que ignoraron los cambios producidos en la economía mundial en los años setenta (subida de precios del petróleo y disminución de los precios de las materias primas), un modelo de desarrollo basado en escenarios válidos en países con un tejido social y económico muy desarrollado, una caída de la demanda mundial como consecuencia de políticas deflacionistas en los países industriales y una subida de los tipos de interés nominales como resultado de los ajustes iniciados en las economías desarrolladas.

Entre 1979 y 1983, años en los que se generó en silencio el problema de la deuda, el déficit por cuenta corriente de las naciones latinoamericanas prácticamente se dobló.

Su deuda exterior conjunta llevaba un ritmo de incremento anual del 23% cuando se produjo, en el verano de 1982, el denominado débâcle mexicano. En 1981, el crecimiento de la deuda era casi exponencial y alcanzó tasas del 25% anual.

La reunión de Toronto supuso, en ese sentido, la primera señal de alerta y la adopción de una estrategia que el staff del FMI conoce como "el ajuste inicial desordenado de 1982". En esos momentos, la deuda crecía algo más lentamente, pero el nivel de reservas de las naciones latinoamericanas era próximo a cero. El caso mexicano y luego el de Brasil y Argentina forzaron entonces la apertura de complicados y traumáticos procesos de negociación de todos sus créditos, que permitieron que el endeudamiento nominal de todo el continente apenas registrara un incremento superior al 6% en 1983, el 3% en 1984 y no supere el 2% durante el presente ejercicio.

Alivio

Si bien el FMI y la banca comercial se han visto obligados a inyectar dinero fresco sobre viejo, dentro de un proceso encaminado a evitar males mayores, el organismo mundial estima que una mejora en las condiciones en la concesión de préstamos (baja de los tipos de interés y alargamiento de los plazos), junto a la adopción de políticas de ajuste en las naciones endeudadas, ha permitido aliviar una situación, pese a que la solución definitiva todavía no se ha diseñado. Basta pensar que la deuda latinoamericana supone, en la actualidad, un 45% del producto nacional bruto del continente y que un 49% de las exportaciones del área van destinadas a pagar el servicio de la deuda; esto es, los intereses más las amortizaciones del principal.

¿Cuándo se llegará a una solución definitiva?

La respuesta no es fácil, pero frente a las tesis extremas de Fidel Castro y las más moderadas del peruano Alan García, las recomendaciones del FMI pasan por una intensificación de los programas económicos de ajuste en aquellos países que bien no los han iniciado o no los han culminado con éxito, y la adopción de medidas de racionalización fiscal en las naciones acreedoras, como es el caso de Estados Unidos.

Y una gran novedad en la reunión de este año: el inicio paulatino de una política de crecimiento económico global en las naciones deudoras, ya que, como decía un experto del FMI en una conversación informal, "si no se crece y crea riqueza nunca se podrá pagar".

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