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De la Madrid prohíbe dinamitar los escombros del terremoto que asoló la capital mexicana

El presidente de México, Miguel de la Madrid, prohibió el empleo de explosivos para destruir los escombros del terremoto ante la posibilidad de que todavía existan supervivientes bajo las ruinas. Las prioridades ofíciales, publicadas ayer por la Prensa, son: 1) Rescate de vidas humanas. 2) Rescate de cadáveres. 3) Demolición parcial o total de inmuebles que representen un riesgo para los habitantes y sus bienes. 4) El Gobierno capitalino no usará en las demoliciones, en forma indiscriminada, maquinaria pesada ni mucho menos explosivos cuya operación cancele toda posibilidad de rescatar con vida a un ser humano.

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La batalla de las ruinas

Esta declaración oficial de la Comisión Metropolitana de Emergencia, que resume las instrucciones de De la Madrid, se produce cuando se temía que el fin de semana supusiese el comienzo de las tareas de demolición y desaparición de las ruinas dejadas por el terremoto. La orden del presidente al jefe del Departamento del Distrito Federal, Ramón Aguirre, se produjo en el curso de un recorrido presidencial, el pasado domingo, por las zonas afectadas por el terremoto. Los familiares de los sepultados bajo las ruinas se acercaron al presidente para exponerle sus problemas y peticiones.Las esperanzas de encontrar supervivientes, a 13 días del devastador terremoto, son casi nulas. También el rescate de cadáveres resulta cada vez más problemático, porque los que se recuperan son cuerpos descompuestos casi por completo.

Borrar las huellas

El problema de la demolición indiscriminada es de tipo político. Muchos temen que al eliminar los escombros se borren también las huellas de posibles fallos de construcción y fraudes.Un antropólogo mexicano, que estuvo sumado a las tareas de los grupos de voluntarios todos estos días, resumía la noche del domingo con cierta dosis de cinismo la situación: "Primero, las constructoras se lucraron con la construcción de edificios en los que robaron todo lo que pudieron; ahora se lucran con las tareas de desescombro y luego volverán a beneficiarse con la reconstrucción. El negocio es redondo y perfecto".

Al amparo del terremoto han surgido toda clase de picaresca y actos criminales. En algunas zonas de la ciudad se presentaron, disfrazados de peritos oficiales, individuos en coches, aparentemente públicos, para explicar a los habitantes que tenían que desalojar las viviendas debido a la amenaza de ruina. Lo que se pretendía con la acción era desalojar a los inquilinos de rentas congeladas y quedarse con los edificios o solares para poder construir de nuevo. También se denuncia que los caseros se aprovechan del terremoto para provocar una subida escandalosa de alquileres.

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Los damnificados del complejo residencial de Tlateloleo, donde viven más de 100.000 personas -se considera la concentración urbana más densamente poblada de América Latina-, están organizados en comités pro defensa de sus derechos. Ante el riesgo de que siguiese adelante una organización autónoma incontrolada, el Partido Revolucionario Institucional, el gubernamental PRI, ha creado también un comité de vecinos de Tlatelolco para tratar de integrar y canalizar la protesta popular. Mañana se cumple el aniversario de la matanza de Tlatelolco. En 1968, en vísperas de los juegos olípicos, en aquel mismo lugar, fuerzas militares y policiales dispararon sobre los estudiantes y miembros del Movimiento Juvenil y se produjo una gran matanza. Ahora se evoca aquella fecha y se habla de Tlatelolco como de un barrio maldito, tras haber sufrido el zarpazo del terremoto.

Pesimistas y optimistas

La catástrofe ha puesto en marcha una reflexión sobre el futuro de la ciudad. Se discuten proyectos de descentralización.Ayer, la Prensa publicaba, en primera página, que existen planes para sacar del distrito federal a un millón de funcionarios públicos. Entre las reflexiones en marcha se busca "convertir la necesidad en virtud" y se trata de sacar el mayor partido posible a la catástrofe, para evitar la recaída en los errores del pasado.

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