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Sospechas de móviles políticos en el asesinato de un influyente ex jefe militar hondureño

La muerte violenta de un influyente ex jefe militar hondureño, el coronel Ricardo Zúñiga, cuyo cadáver fue hallado recientemente en avanzado estado de descomposición con un estilete de acero clavado en el corazón, ha causado una profunda conmoción en círculos políticos de Honduras. Las maniobras políticas de Ricardo Zúñiga son las principales fuentes de sospecha que gravitan sobre su muerte y que permiten considerarla como algo distinto de un simple asesinato.

Fuentes policiales indicaron que un socio comercial de Zúñiga, a quien éste adeudaba 50.000 dólares (unos ocho millones de pesetas), contrató a tres exiliados nicaragüenses para asesinarle. Si esta versión policial llega a probarse, ello será visto como el fin demasidado trivial y sorprendente de un hombre que ha estado profundamente comprometido en los asuntos políticos más sensibles de Honduras durante las últimas décadas, en las cuales cosechó importantes aliados pero también enemigos políticos.

Zúñiga se destacó como crítico de la política norteamericana hacia el Gobierno y el ejército hondureños. Según sus allegados, Ricardo Zúñiga se mostró particularmente crítico contra el entrenamiento de fuerzas contrarrevolucionarias nicaragüenses en territorio hondureño, al igual que contra la política estadounidense hacia Honduras. Asimismo, Zúñiga denunció las luchas internas dentro del ejército de su país.

El pasado año, Zúñiga, que era considerado como un militar muy nacionalista, viajó a Washington para expresar, ante congresistas norteamericanos y especialistas en política latinoamericana, su preocupación sobre las líneas de actuación política de la Administración Reagan hacia Honduras, de cuya creciente influencia sobre el Gobierno y el ejército de Tegucigalpa recelaba abiertamente.

Corrupción rampante

Del mismo modo, el mayor Zúñiga se mostraba profundamente molesto por la corrupción rampante en las filas de la oficialidad hondureña, por los abusos y violaciones contra los derechos humanos y por la desprofesionalización de los oficiales del ejército de su país.En conversaciones con periodistas, el jefe militar hondureño asesinado había denunciado la política de ojos ciegos de Estados Unidos hacia los abusos en las esferas militares de Honduras y, en ocasiones, de franco estímulo hacia este tipo de actos.

Según algunas personas con las que el coronel Zúñiga conversó en Washington, él había relatado casos flagrantes de sobornos a altos jefes militares hondureños para mantener su apoyo a los rebeldes antisandinistas nicaragüenses, a quienes acusó de ser políticamente reaccionarios y, desde el punto de vista militar, incompetentes.

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