Madrid descubre una nueva estrella de la lírica

Hace casi 30 años, la reposición de Doña Francisquita en el renovado teatro de la Zarzuela, dirigido por Tamayo, supuso, entre otros valores, la aparición o confirmación de un gran cantante: Alfredo Kraus. La obra de Federico Romero, Guillermo Fernández Shaw y Amadeo Vives cumple medio siglo y vuelve a la escena para inaugurar la temporada y la etapa Campos Borrego, sobreintendente actual del teatro. Otra voz aparece en el horizonte de la lírica: la de Enedina Lloris.Musicalmente fue la gran triunfadora de la noche, lo que pudo medirse en los aplausos recibidos. Procedente de Valencia, región que aportó excelentes voces a la lírica española, (María Llácer, la Espinalt y Antonio Cortis), la Lloris se formó con Carmen Lluna y Berenguer Estela, antes de trabajar en Italia. El matrimonio secreto y Lucía constituyeron sus primeros triunfos italianos y españoles y hace dos años ganó el célebre concurso Francisco Viñas, de Barcelona.

La nueva estrella posee una voz preciosa de timbre, incluso en los sobreagudos, y la gobierna con excelente técnica e impactante inteligencia. En la gran tradición de las ligeras españolas, Enedina Lloris, a los 28 años, combina la agilidad y elevación propias de su registro con una coloración lírica que añade emocionalidad muy intensa. Dijo magistralmente la escena del primer acto ("Peno por un hombre, madre"), lució su virtuosismo siempre musical en la romanza del ruiseñor y dio expresiva naturalidad a su dúo con Fernando, quizá la página más bella de la obra. Saludemos en Enedina Lloris a un seguro valor. Su nombre volverá a ocupar muchas veces nuestra atención, pero, como dirían los libretistas de Doña Francisquita, "el encanto de aquel momento" en que la escuchamos por vez primera será difícil de olvidar.

La atención a la nueva figura me dispensa de dedicar mayor espacio a la muy buena labor del conocido y prestigiado tenor Antonio Ordóñez, uno de esos cantantes con el que nos sentimos seguros en todo momento además de seguir el aliento emocional de su expresividad.

En la difícil Beltrana (todos los papeles son difíciles en esta obra), Carmen González convenció por el carácter, por su gesto, acción y matices de rompe y rasga. Enrique del Portal pareció evocar la figura de Antonio Palacios, el primer intérprete de Cardona, por la feliz alianza de una comicidad sin exceso y una buena línea de cantante. Excelentes Tomás Alvarez en Don Matías y todas las segundas partes. Esta vez escuchamos con claridad el quinteto, y gozamos de la belleza de los pregones que ambientan el comienzo de la obra y de la evocación nocturna cuando los románticos preguntan: "¿Dónde va la alegría?". Coros, orquesta y ballet se produjeron en buena tónica, aunque al competente Miguel Roa, director musical, haya que exigirle, por sus propios méritos, mayor matización. Se han cumplido hace unas semanas los 20 años de la muerte de Fernández Shaw y se cumplirá el próximo año el centenario del nacimiento del otro autor del libro de Doña Francisquita, Federico Romero.