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Un político de mala fama dio nombre a una de las calles más famosas del mundo

En un día como ayer, hace exactamente 250 años, sir Robert Walpole, conde de Oxford, primer ministro de Jorge II, decidió mudarse de casa y escogió como nueva residencia un edificio construido a finales del siglo XVII situado en pleno centro de Londres, en el barrio de Whitehall. Dos siglos y medio después, los jefes de Gobierno británicos siguen habitando en el número 10 de Downing Street, convertida, por la decisión de Walpole, en una de las calles más famosas del mundo. Sin embargo, lo que poca gente sabe es que sir George Downing, el político que da nombre a la famosa calle, es, en definición de todos los historiadores británicos, "un infame, traicionero, miserable, chantajista y cobarde cambiachaquetas".

Incluso una publicación tan moderada en el lenguaje como el Diccionario de Biografías Nacionales lo describe como "persona cuya reputación está manchada por el servilismo, la traición y la avaricia".Downing nació en Londres, en 1623, y emigró poco después, con sus padres, a Estados Unidos. Fue el segundo graduado de un colegio local que luego se convertiría en la famosa universidad de Harvard. En 1646, Downing volvió a Inglaterra, sacudida entonces por la guerra civil entre las fuerzas parlamentarias de Oliver Cromwell y los realistas de Carlos I. Se hizo notar en seguida por su mejor cualidad, la de espía, y pronto logró llamar la atención del propio Cromwell, que en 1649 lo envió a Escocia con un cargo secundario y la verdadera misión de desenmascarar adictos a la causa realista.

En 1655 es enviado por Cromwell a la corte de Luis XIV para protestar por la matanza de protestantes a manos de las tropas del duque de Saboya. Poco después recibe el nombramiento e embajador británico en La Haya con el sueldo principesco de 1.000 libras al año, destinadas principalmente al montaje de una red de espionaje para controlar al futuro Carlos II.

La muerte de Cromwell produce en Downing una conversión inmediata a la causa de Carlos II, a quien promete trasladar la abundante información que poseía sobre los partidarios del Parlamento. En una audiencia con el rey, Downing, en un caso de cinismo superlativo, achaca su anterior comportamiento a "su educación americana, que le había inculcado unos principios que luego la razón demostró que eran erróneos".

El monarca, que en aquellos momentos precisaba de toda clase de ayudas para asentarse en el poder, contrata a Downing como contable del Ministerio de Hacienda, con un sueldo de 500 libras al año, a cambio de sus servicios de espía. Downing se dedica a la tarea con la pasión del converso.

Tres de las personas responsables de la ejecución de Carlos I habían escapado al continente; una de ellas, el coronel John Okey, que le dio su primer trabajo cuando regresó de las colonias americanas. Downing promete a los tres exiliados un salvoconducto si acceden a entrevistarse con él. Los tres acuden, para ser inmediatamente detenidos y encarcelados. El 19 de abril de 1662 los tres son colgados y sus cuerpos descuartizados en la prisión de Aldgate, en presencia de Downing.

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La captura de los tres exiliados le valió al aventurero un título nobiliario y un premio de 1.000 libras por parte del monarca. Con esas 1.000 libras se hizo con una serie de terrenos en Whitehall y mandó construir una casa para su familia en una de sus parcelas. Downing no vivió para ver terminado su nuevo alojamiento.

Hoy, 250 años después de la decisión de Walpole, Margaret Thatcher es la ocupante número 49 del número 10 de Downing Street.

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