Dinero y protección del Gobierno español por los atentados, según Guiseppe Calzona
El miembro de los GAL Guiseppe Calzona reconoce, en un informe elaborado por la Comisaría general de información, que un neofascista: italiano le propuso pasar a Francia para atentar contra etarras, significándole que el encargo procedía de alguien relacionado con el Gobierno español, lo que le supondría, aparte de un beneficio económico, la protección del Gobierno, así como su consideración a la hora de obtener la identidad que conviniese.Calzona llegó a España en 1973 y se estableció en Barcelona compartiendo la vivienda con Steffano delle Chiae, Carlo Cicuttini y Piero Carmassi. Entró en España con un pasaporte falso a nombre de Marío Letti, su nombre de guerra, y permaneció en la Ciudad Condal hasta 1974, en que Delle Chiae le ordena que busque en Madrid una vivienda para todos.
A finales de este año alquila un piso en la calle de Valmayor, su cuartel general, donde se reúne con otros neofascistas que ya vivían en Madrid procedentes de Italia, como Carlo Vannoli -nombre falso de Mario Richi-, Augusto Cauchi y un tal Enzo, entre otros. Posteriormente abren la pizzería El Apuntamento, en la calle del Marqués de Leganés, donde se integran Eliodoro Pomar, Andrea Meiville (director de la agencia Transalpino de Madrid) y Jean-Pierre Chérid. Allí se reúnen con Salvatore Francia, Elio Massagrande y Juan Carlo Rognoni.
Paso a Francia
"A comienzos de l976", dice el informe, "Enzo le propone pasar a Francia para realizar acciones contra ETA, significándole que el encargo procede de alguien relacionado con el Gobierno español, y que por ello obtendría, aparte de un buen beneficio económico, la consideración del Gobierno y en su día el poder ser legalizado bajo la identidad que conviniera. Pasan a Francia, además de Calzona, Augusto Cauchi, Sargento York y Lillo (a estos dos últimos sólo los conoce por alias)".
Lillo comanda la operación, "consistente en la identificación y ubicación en el sur de Francia de conocidos activistas de ETA". "Identifican y sitúan a Tomás Pérez Revilla; José Joaquín Villar Gurruchaga, Fangio, y otros de la zona de Bayona. Lillo lo comunica a Madrid, recibiendo la orden de atentar contra Fangio", pero fallan. Lo mismo les ocurre posteriormente con Pérez Revilla, aunque su mujer es gravemente herida.
Reciben el encargo de ir a Montejurra, pero sin intervenir, sólo "por si se les necesita". En 1977 entra en contacto directo con Chéríd y "va y viene numerosas veces a Francia con encargo de pasar explosivos y armas para sus compatriotas allí residentes".
"A principios de 1983", añade el informe, "vuelve a ver a Chérid. Éste le convence para que se reincorpore a la actividad, por lo que se traslada a San Sebastián y monta una pizzería en el hotel Isla". El negocio dura hasta finales del verano, y vuelve a Madrid. Se entera de la muerte de Chérid por la Prensa.
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