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Estados Unidos pide a Suráfrica "decisiones osadas" para terminar con el régimen de segregación racial

La Administración del presidente Ronald Reagan dijo ayer que la situación en Suráfrica es "sumamente grave" y aseguró que ha llegado el momento para que el Gobierno de Pretoria "tome decisiones osadas", a fin de terminar con el régimen separatista racial del apartheid. No obstante la gravedad del clima político surafricano, tanto la Casa Blanca como el departamento de Estado rechazaron los llamamientos de diversos sectores para romper los vínculos económicos y diplomáticos entre ambas naciones y reiteraron las intenciones de Reagan de mantener su estrategia de participación constructiva con los gobernantes surafricanos.

"Este es un momento en el que se necesitan decisiones osadas, ha llegado la hora de que quienes creen en la paz [en Suráfrica] se reúnan, se pongan de acuerdo y traten de cimentar un futuro mejor", para la mayoría negra del pueblo surafricano, dijo el portavoz de la Casa Blanca, Larry Speakes. Sus declaraciones se produjeron un día después de que fueron reveladas las prevenciones hechas por el asesor de seguridad nacional de Reagan, Robert McFarlane, a una delegación surafricana de alto nivel con la que conversó la semana pasada en Viena (Austria).En la reunión, celebrada a petición de los surafricanos, McFarlane les previno de la probable incapacidad de Reagan para evitar la imposición de sanciones económicas por el Congreso norteamericano si Pretoria no actúa con mayor rapidez para liberalizar el clima político interno y terminar con el sistema separatista del apartheid.

Speakes señaló que McFarlane les expuso "la realidad de la situación" en el medio legislativo norteamericano, donde la Cámara de Representantes aprobó a finales de julio un proyecto de ley para prohibir la concesión de préstamos bancarios a Suráfrica, la venta en el mercado estadounidense de monedas de oro Krugerrand y la exportación de ordenadores y tecnología nuclear norteamericanos al país africano.

El proyecto legislativo está pendiente en el Senado, en donde un grupo de legisladores encabezados por el ultraconservador Jesse Helins montó una campaña obstruccionista en los días previos al comienzo del descanso estival de la legislatura. Pero la oposición pública al régimen del apartheid se ha agudizado desde la imposición del estado de emergencia en Suráfrica, el pasado 21 de julio, y la ley puede también ser aprobada en el Senado a pesar de la oposición conservadora.

Las prevenciones hechas por McFarlane en Viena obedecieron, al parecer, al temor de que los sucesos en Suráfrica hayan reforzado la postura de los legisladores que favorecen un embargo económico al régimen de Pretoria.

Mientras la Administración reiteraba la defensa de su estrategia de participación constructiva, unos 30 dirigentes políticos y personalidades artísticas norteamericanas encabezaron ayer una procesión fúnebre en Washington que congregó a miles de manifestantes antiracistas. El grupo -en el que se contaba el ex aspirante a la candidatura presidencial demócrata, Jesse Jackson, y los alcaldes Ed Koch (Nueva York) y Harold Washington (Chicago)- llevaron hasta el departamento de Estado 50 féretros, simbolizando a las víctimas más recientes de la ola de violencia en Suráfrica.

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"El parentesco que el Gobierno de Estados Unidos mantiene con el de Suráfrica es una fuente de vergüenza", dijo Jackson. Participaron también los artistas Harry Belafonte, Paul Newman y Tony Randall, así como Coretta Scott King, la viuda del asesinado líder de las minorías negras norteamericanas, Martin Luther King.

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