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14 / El primorriverazo

Militares en Madrid, anarquistas en Barcelona y surrealistas en provincias. Maciá. / La Restauración ya sólo era una, moda para señoras. / Romanones, cojo, feo y cínico, aún defendió el viejo régimen. / Hasta Azorín había denunciado el caciquismo. / El pelo grasiento de Costa y la calva de Mussolini. / La novia de don Miguel. / Prieto se niega a hacer socialismo para los militares. / Primo-Pètain y una patriótica película de Cifesa. / Primo entendía más al moro que al catalán. / Aunós, teórico prefascista. / Cuando Azaña conspiraba en la calle Atocha. / Nuestras revoluciones municipales.

El 23 de septiembre de 1923 fue el día preotoñal de la primorrivera da. O sea, el golpe de Estado del general Primo de Rivera. Golpe de Estado que en puridad no es tal, aunque así lo llamen los historia dores, ya que el símbolo personal del Estado, entonces don Alfonso XIII, no es sorprendido ni arrasa do por este asalto militar, sino que él mismo lo propicia a la vista de la impotencia parlamentaria. Don Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, opta por cortar el sistema parlamentario de la Restauración, cuando las Cortes habían llegado a ser algo así como la casa de la Bernarda. Los poetas del 27 aún no sabían que eran una generación, y andaban preparan do oposiciones y haciendo versos ultraístas, creacionistas, surrealistas o neogongorinos, según lo que cada uno tenía más a mano (1). En Barcelona era muy fuerte el movimiento sindical, de modo que don Miguel estaba concienciado. El separatismo, con Maciá de mascarón de proa vuelto del Mediterráneo hacia Madrid, era otra razón imperiosa para volver a las fórmulas del Imperio. Lo de Primo de Rivera no inquietó demasiado ni siquiera a las tertulias de La Gran ja del Henar, Pombo y Fornos. Cuando la democracia recurre a un militar, es que esa democracia está podrida. Y las citadas tertulias, a más de la Cacharrería del Ateneo, habían hablado mucho de putrefacción, o mejor de pudrición, que era palabra más de la época. La Restauración (de que aquí se ha hablado a propósito de los neoclásicos) era ya más una moda para señoras que un sistema político. Tenía que morir. Sólo Romanones, cojo, feo y cínico, escribió un libro defendiendo aquello (2). Lo del suegro de Raphael (suegro/ abuelo) era el liberalismo condicionado. Hasta Azorín, siempre tan estilísticamente ajustado a la nónima oficial, escribió denunciando el caciquismo (3). Azaña, cuando entra en el juego político, tiene que jugar en la mafia cacique.Lo cual que Azorín, sí, se levanta una mañana, al alba, como de costumbre, hace su diaria relectura de los clásicos e inicia una denuncia contra la democracia caciquil y la Restauración teatral, jugándose la nómina. Hay que destacar siempre estos gestos bravos de Azorín, porque ha quedado como el gran cobarde del 98, y tampoco es eso. (Su otro gesto, no sé si ya reseñado aquí, es cuando abandona la Academia para siempre porque en Felipe IV derrotan a su candidato y paisano, el gran Gabriel Miró, para elegir un par ticular de quien nadie, en la calle podría hoy decir el nombre.) Como de costumbre. Aquella mañana, cuando Azorín inicia su libelo contra la vieja política, en batín su señora le entra el desayuno, dos horas más tarde, y Azorín. no le dice tú palabra de que ha desencadenado la guerra mundial. La guerra mundial entre el Congreso y la plaza de Oriente. En el folletón correspondiente a la guerra del 14 tenemos anotado, me parece, que si bien Alemania perdió esa guerra fácticamente, la ganó psicológicamente, ateniéndonos a un sistema de psicología de masas, ya que la nostalgia del cirujano de hierro, que he definido como un cruce de Bismarck y el padre de Hamlet, se sedimenta en el fondo de casi todos los pueblos de Europa. Europa queda preñada de fascismo en la guerra del 14, y no enla depresión de los treinta, como se ha dicho. Europa, estragada de parlamentarismo monótono, anhela al hombre fuerte. Europa, cierta Europa, anhela volver a ser raptada por el toro. Joaquín Costa con su reformismo, y Mussolini con su fascismo (todavía no bien entendido, pues que venía del socialismo autoritario), fueron los modelos de Primo de Rivera que algunos quisieron ver en el general andaluz. He estado en casa de Joaquín Costa, en Graus, y tienen encuadrada en un marquito la mancha de grasa que su pelo dejaba en la pared cuando se apoyaba.

Mussolini, como era calvo o iba al cero, se salvó de que beatíficasen su grasa. Parece que don Miguel hizo trenes, asfalto, paradores de turismo (cuandó no había turismo: algo de él tiene Fraga, y de la "escuela y despensa", cuando pregunta por el precio de los gárbanzos), la. Campsa, la Telefónica, el Banco Exterior (por dejarle algo seguro a Boyer y un sitio donde hacer exposiciones de abanicos), las confederaciones hidrográficas y todo lo que luego se ha llamado intervencionismo estatal o estatalismo, y que entonces se quedaba en, patriarcalismo, dado, mayormente, el carácter y la bonhomía del general, que iba a las verbenas del Retiro, quería acabar con el 98 mediante notas oficiosas y, viudo, tenía una novia joven que salía en la Prensa del corazón: Crónica, Estampa, etcétera. Una vez más, la prosperidad del mundo, en aquellos seis años de dictadura, ayudó al dictador. Con la depresión vino su fin. Pero la idea del cirujano de hierro, del hombre providencial, la nostalgia tribal del padre había prendido en España, como en otros pueblos europeos, y aquí se corporalizaría, años, más tarde, en Franco. Lo que no trajo el primorriverazo fueron reforma! sociales. Los militares no suelen traerlas. Lo más inteligente de Primo de Rivera fue pactar con los sindicatos moderados, digamos, como UGT, y con el PSOE, frente a anarquistas y comunistas. Creó así una disensión entre las fuerzas fácticas del trabajo que todavía dura. Indalecio Prieto y pocos más se negaron a pisar la trampa para elefantes, se negaron a hacer socialismo para los militares. En cuanto a la riqueza y la renta, ni tocarlas, claro. Los poetas del 27 -años de crisálida- se mantuvieron impecablemente al margen de la dictadura. En reformas fiscales tampoco se pudo hacer nada. Azorín, cada mañana, se ponía la bata de seda y mandarín de la Historia, denunciaba la vieja política, no se sabe si queriendo ser el Goethe del napoleoncito jerezano.

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Primo de Rivera, pese a la leyenda de africanismo de los generales españoles, a veces pensó sensatamente si abandonar la epopeya marroquí, después de Xauen y los 7.000 muertos nacionales. También De Gaulle tenía una leyenda africana, imperialista, y fue el libertador de Argelia. Finalmente, Primo pacta con Pétain el desembarco de Alhucemas, para que Cifesa pueda hacer en los felices cuarenta una película espectacular, imperial y patriótica. En 1927 queda pacificado el Rif, pero la generación poética famosa no se da ese nombre/fecha por tal causa, sino por el centenario de Góngora. En España es que siempre están pasando cosas. Primo entendía más al moro que al catalán. Derogó la Mancomunidad, con lo que puso el catalanismo a tope. Dice Antonioni que todo millonario necesita un intelectual. Todo general también, aunque no lo confiese. El intelectual de Primo fue don Eduardo Aunós, protector remoto del poeta Emilio Carrère y autor de una Autobiografía de París, que tiene tantos padres como para resultar hospiciana. Aunós, antes o después presidente del Tribunal de Cuentas, se sacó una papela constitucional/corporativista que era otra vez la pantasma, como decía Azaña, de los nacientes fascismos europeos. Caciquismo, monocultivo, paro, agrafía y latifundismo hermosearon el campo español durante la cirujía de hierro de nuestro modesto cirujano, pese a que él fuera hombre del Hondo Sur, conocedor de lo que pasa por allí abajo. Por lo que se refiere al proletariado industrial y su nueva liturgia de custodio de la Historia, Primo no llegaba a nada de eso. En los anarquistas de Barcelona sólo había visto pistoleros. Las dudas sobre el patrón oro, la Exposición Universal de Barcelona y la Hispanoamericana de Sevilla tuvieron muy distraídos a los españoles durante la dictadura. Hasta que la crisis económica y la FUE estudiantil acabaron con aquella verbena del Retiro.

Lo cual que Primo tomó una copa con los capitanes generales y le dijeron que había secuestrado la voluntad del rey, cosa que le dejó estupefacto. Poco después pedía la excedencia en la Historia y se iba a morir a París. El entierro en Madrid fue "una impresión ante manifestación de duélo", ya que somos país de grandes entierros, de grandes muertos y de grandes gacetilleros. Berenguer y Aznar fueron los flecos tristes del dictador. El rey parece que le había cogido justo a la cosa militar. Azaña ya conspiraba con otros republicanos en la calle Atocha y las sublevaciones de Jaca y Cuatro Vientos, más las ejecuciones de Galán y García Hernández, dieron a la República venidera un prestigio casi romántico. Si Azaña conspiraba en silencio, Ortega escribía en público. (Franco estuvo en el consejo de guerra contra los sublevados de Jaca.) España, que nunca ha hecho una Revolución a modo, es rica en revoluciones municipales, desde el alcalde de Zalamea hasta las elecciones del 31. España, aquella España, no había dejado de ser católica, como anticipó Azaña, pero había dejado de ser monárquica. El tipógrafo Pablo Iglesias, a quien hemos visto en este folletón hablando a los obreros en el Retiro, los domingos por la mañana, acudía ya a las Cortes con su capita corta, a ocupar un escaño. Tras las elecciones del 12 de abril del 31, agobiantemente republicanas, el personal se reunió en la Puerta del Sol como para comer las uvas, no de un nuevo año, sino de un nuevo período histórico. Sawa, Noel, Buscarini y todos los maudits de la Puerta del Sol quedaron marginados por los contingentes humanos de la Historia. El mar rojo se abrió para dar paso a Largo Caballero, Azaña y otros, que llamaron con guantelete a las puertas del alcázar de Gobernación:

-Abran en nombre de la República.

Notas:

1. Guillén, Salinas, Cernuda, Dámaso Alonso, Gerardo Diego y otros, profesores. Aleixandre, perito mercantil.

2. Las responsabilidades del Antiguo Régimen de 1875 a 1923.

3. El Chrrión de los políticos.

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