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Bruno Ganz: "Cada vez me resulta más difícil amar a las personas"

Andrés Fernández Rubio

Bruno Ganz, uno de los actores cuya cara se asocia a películas de importantes directores del llamado nuevo cine alemán, se encuentra en España para participar en la película que rueda Jaime Chávarri. Este suizo nacido en 1941 se considera alemán por mentalidad y por cultura. Ha aceptado el papel de Peter en la película El tío de oro por su interés hacia los personajes de hombres extraordinarios. El actor de El amigo ameriano y El Jugador de ajedrez interpreta ahora a un hombre obsesionado por la recuperación de la infancia. Una imagen obsesiva para un actor al que cada vez le resulta más difícil amar a las personas y para quien, en el fondo, "todos somos perdedores".

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Bruno Ganz empezó como actor de teatro y sigue actuando en una compañía estable que dirige en Berlín. Su llegada al cine fue tardía. "Empecé en el cine en el setenta y cinco", dice. "Había deseado siempre trabajar en este medio', pero no encontraba posibilidades para hacerlo. Entonces en Alemania muchas cosas cambiaron y directores jóvenes empezaron a hacer películas. Conocí a Wim Wenders, y me pidió que trabajase con él, pero no pude hasta dos años más tarde, cuando hice con él El amigo americano. Los cambios en una Alemania que quedó destruida tras el fascismo supusieron un renacimiento tardío de una industria cinematográfica fuerte".Después de trabajar con Wenders, otros directores alemanes le incluyeron en sus películas. Peter Handke, en La mujer zurda; Reinhard Hauff, en El cuchillo en la cabeza; Wolfgang Petersen, en El jugador de ajedrez, y Werner Herzog, en Nosferatu. En estos filmes Ganz interpretó a personajes reconcentrados, difíciles, parecidos a la imagen de introspección centroeuropea que se desprende de él.

"Siento que estoy más relacionado", declara, "más compadecido y cercano a los perdedores. Todos somos perdedores, porque al final está la, muerte. Y hasta entonces hay que vivir, algo que para mí ha sido muy difícil. Veo que la gente sufre, las personas actúan a veces como animales, y creo que es o no hay forma de que cambie. No sé si soy un fatalista; hay cosas, como el amor, que merecen la pena. De todas formas, cada vez me resulta más difícil amar a las personas, y aunque mi posición política está en la izquierda, en el fondo no creo en nada".

'El poder'

La historia reciente de la República Federal de Alemania, que ha sido uno de los temas recurrentes de varios cineastas de este país en los últimos tiempos, es algo que le interesa a Bruno Ganz."Personas que pertenecían al régimen fascista, señala, "continúan ahora en el poder, y está Claro que no actuarían ahora como lo hicieron, porque además muchos pertenecen a la democracia cristiana. Pero lo que Alemania hizo es tan terrible..., es algo que no cabe imaginar: la muerte de seis millones de personas y el círculo de locura que se estableció. Es algo que repercutirá en los alemanes durante mucho tiempo, dos o tres generaciones. Lo pagamos ahora nosotros, y mi hijo lo pagará también. Si viajas a Israel y dices que has nacido en el 41 y que no tienes nada que ver con aquello, no basta. Hay una especie de Culpa colectiva. Me gustaría que la gente pudiera olvidar, porque no se puede vivir sin olvidar, pero, por otra parte, también quisiera que las personas tuvieran presente lo que ocurrió como un aviso".

A Bruno Ganz le gustaría volver a actuar junto a directores como Erich Rohmer, Wim Wenders, Giusseppe Bertolucci (hermano de Bernardo) o Alain Tanner. En su primera estancia de trabajo en España se dedica a comparar los métodos de trabajo con otros países. "Me perturba", dice, "escuchar continuamente que no hay problemas cuando éstos existen. Para un alemán que está acostumbrado a la organización, el choque de mentalidad es muy fuerte. Pero siento mucha curiosidad".

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