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Entrevista:

Reagan: "Cada día me asombro más de mi recuperación"

"Voy a hacer exactamente lo que me han dicho los médicos"-"Las decisiones las toma Dios, y estoy seguro de que siempre dispondrá lo que más convenga"-"Donald Regan ha llevado a la práctica mis órdenes"

Ronald Reagan se halla en el despacho oval de la Casa Blanca, que aparece erizado de micrófonos que transmiten su palabra a los turistas. Un puñado de ayudantes merodea por los alrededores, pero por lo demás el presidente y su invitado se hallan a solas. Se percibe una sensación de poder, como si una gran parte de las aspiraciones de la humanidad descansara en su persona, animada de una nueva conciencia de su fragilidad. El presidente está convaleciente. La conversación de este 25 de julio se centra en el cáncer. Es su primera entrevista de prensa desde que le operaron el 13 de julio.

Reagan está probablemente más delgado, pero haría falta un ojo experto para apreciarlo. Se ha dicho que había perdido algo de color, pero nuevamente haría falta la percepción de un Miguel Ángel para percibir el desvaimiento de las tonalidades. ¿Acaso suena algo más ronco debido al pasado entubamiento de la garganta? Es cierto que se le notaba un hablar distinto cuando apareció en televisión con el presidente de China, pero aquí, en su despacho, haría falta un oído entrenado para percibirlo. En realidad parece más atento a todo, incluso, que antes, y la mirada es firme y clara. Sus respuestas resultan menos nostálgicas y vagas que anteriormente y quiere despejar cualquier duda acerca de su estado físico.Con todo, demostrar que está en perfecta forma no es lo que más le importa al presidente esta mañana de julio. Al visitante lo que más le impresiona es su buen ánimo. Ronald Reagan sigue en primera línea. El cáncer ha sido extirpado y él está convencido de que ya no padece el mal. No hay rendija alguna en su armadura; y en ningun momento de los 34 minutos de conversación una sombra de duda pasa por sus ojos. Las palabras muerte y cáncer se pronuncian con la mayor tranquilidad.

Parece claro que algo indestructible afloró en lo profundo del alma del presidente el día que John Hinckley trató de asesinarlo en 1981. Reagan está dispuesto a vencer a la muerte, a ser más listo que ella, a ser más rápido que ella, si es humanamente posible. Y Reagan cree que prácticamente todo es hacedero. Ante él se hallan duras batallas por el presupuesto, la reforma tributaría, la cumbre con Mijail Gorbachov, y si el presidente podía parecer un joven en plenitud de forma ante Breznev o Andropov, ahora podría ocurrir lo contrario con el líder soviético. El invitado presidencial subraya que Gorbachov es joven y vigoroso. "Sí", dice el convaleciente, "por eso trataré de no abusar de él"...

Obedecer a los médicos

Pregunta. ¿Cómo se encuentra?Respuesta. Estupendamente. Cada día me asombro más de mi recuperación. Apenas hace unos días necesitaba ayuda para incorporarme, pero ahora ya puedo hacerlo yo solo.

P. ¿El dolor va remitiendo?

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R. Desde luego. Tengo una cicatriz de casi 30 centímetros aquí -dice señalándose al estómago.

P. ¿Tiene la intención de enseñarla a los visitantes como el presidente Lindon Johnson?.

R. No, no -dice riendo-.

P. Tiene que enfrentarse ahora a otro adversario. ¿Cómo va a luchar contra el cáncer en los próximos tres años?

R. Voy a hacer exactamente lo que me han dicho los médicos. El doctor estaba un poco preocupado porque me había dicho que tenía un cáncer, cuando, como él mismo apuntó, la forma correcta de decirlo sería que he tenido cáncer. El pólipo que extirparon es de los que en caso de desarrollarse produce células cancerosas. Pero ha sido extirpado junto con el tejido circundante antes de que se extendiera; por tanto ya no tengo cáncer. Sin embargo, como cualquier persona, soy todavía vulnerable a la enfermedad y tendré que someterme a revisiones periódicas para ver si hay alguna recaída, si alguna célula ha contaminado la sangre.

P. ¿El miedo al cáncer afectará a su vida desde ahora?

R. No. Nunca he sido la clase de persona a la que eso le ocurre.

P. En dos ocasiones ha pasado por trances parecidos desde que ocupa este despacho y no parece haberle afectado. ¿Cómo es posible?

R. Lo cierto es que tengo una fe auténtica y profunda, que probablemente le debo a mi madre. No dudo que las decisiones las toma Dios, y estoy seguro de que siempre dispondrá lo que más convenga.

P. ¿La enfermedad no va a afectar a su trabajo?

R. No.

P. ¿Pero si el cáncer se reprodujera y tuviera que someterse a nuevo tratamiento cabe la posibilidad de que dimitiera en favor del vicepresidente, George Bush?

R. No puedo contemplar nada parecido. Y no lo digo como una creencia únicamente mía, sino sobre la base de todo lo que han dicho los médicos. Pero, como ya dije una vez antes de ser elegido para mi primer mandato, en el momento en que me encontrara físicamente incapacitado y que yo viera que no podía atender las exigencias del cargo, sería el primero en reconocerlo y retirarme

P. ¿Cuál ha sido el peor momento en estos últimos días?

R. Cuando el factor tiempo parece desaparecer al hallarse uno bajo los efectos de la anestesia. Por ello lo peor se produjo cuando volví en mí, al tratar de reorientarme sobre quién era, si había sido operado o no, y entonces me dije a mí mismo: "Por fin ha acabado todo".

P. ¿Sospechaba que pudiera tener cáncer antes de que se lo dijeran?

R. No. Hasta el extremo de que fui al hospital con una bolsa de mano convencido de que a la mañana siguiente me iría a Camp David. Y entraron luego en mi habitación, después de haberme extraído el pólipo, y me dijeron que habían encontrado lo otro. Me dijeron que no tenían la certeza de que este nuevo tumor fuera canceroso, pero que era del tipo que puede provocar un cáncer. Y añadieron que ya que estaba preparado atacarían en seguida el mal. Me dieron de beber una serie de líquidos, lo que llevó varias horas antes de que me trasladaran a la mesa de operaciones. Estuve de acuerdo en que siguiéramos adelante allí mismo. Después me dijeron que sí, que habían encontrado células cancerosas, pero que no habían afectado a las paredes exteriores del sistema. O sea, que me haré las revisiones que me recomendaron.

P. Se comentó que sólo pasó cinco minutos con los médicos cuando le dijeron que el tumor era canceroso.

R. Sí. Me tranquilizaron mucho.

P. ¿Está contento con sus médicos?

R. Por supuesto.

P. ¿Por qué no le hicieron la revisión el año pasado?

R. Creo que eso no se ha entendido bien. Sabíamos entonces que tenía dos pequeños pólipos, y me extirparon uno, diciendo que más adelante examinarían el otro. En las pruebas que me hicieron no había ni rastro de células cancerosas en la sangre, por lo que no parecía haber motivo para preocuparse.

P. ¿La enfermedad hará que cambie alguna de las prioridades políticas de su mandato?

R. No. En todo caso eso habría ocurrido en 1981 cuando atentaron contra mí, cuando se temió que podía morir.

P. Por tanto, avante a toda máquina.

R. Sí.

P. ¿Se ha integrado más la señora Reagan en la presidencia a causa de lo sucedido?

R. No. Pero hay que tener en cuenta que Nancy es una madre para todos. Como le pase algo a cualquiera de la familia, ése se convierte inmediatamente en su polluelo. Como es hija de cirujano insiste mucho en que no se me sobrecargue de trabajo, porque sabe que tengo una tendencia a no dar demasiada importancia a estas cosas. Lo mejor ha ocurrido esta mañana. Nancy tenía que ir a un acto sobre la droga a la universidad de Denison y regresar hoy; pues bien, me ha dejado una de esas muñecas repollo, a la que llama Nancy, al lado de la cama, vestida con un uniforme de enfermera, como recordatorio de que en su ausencia tengo que hacer todo lo que me manden, como descansar y esas cosas.

El poder de Donald Regan

P. Se ha comentado que durante su enfermedad el secretario del Tesoro, Donald Regan ha asumido demasiado poder.R. No. Lo que ha hecho es llevar a la práctica mis órdenes. Cuando me iban a anestesiar designé automáticamente a George Bush, pero el vicepresidente acababa de regresar de un viaje muy exitoso pero muy agotador a Europa, y le dije a Don que le indicara a George que se quedara donde estaba, en Maine, porque igual estaba en contacto allí que viniendo aquí, y no valía la pena que cambiara sus planes de fin de semana porque tuvieran que operarme. Luego, George tomó la decisión de volver a Washington e hizo bien. Pero yo era el que no quería que George interrumpiera su descanso.

P. ¿Cree que Don Regan ha actuado como coordinador de forma correcta?

R. Sí. Don no hacía más que cumplir mis órdenes. No tengo conocimiento de ninguna lucha por el poder producida a mis espaldas. Durante los últimos cuatro años hay gente que se ha esforzado en ver disputas a mi alrededor, pero nunca ha habido nada de eso.

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